Maira Jaramillo
No hay por qué morir para poder reencarnarnos
en otro ser, y cuando digo ser, me refiero tanto a un ser humano, como a un
animal o una cosa. Pues, ¿quién sabe si un lápiz siente o piensa?, ¿quién es
realmente capaz de afirmar que las cosas no tienen corazón, o no tienen de que
quejarse? A caso solo porque no somos capaces de prestar atención a cosas
pequeñas e insignificantes ante nuestros ojos, o simplemente porque nos criaron
para pensar de una manera determinada, ¿es símbolo de que claramente no hay más
vida que la nuestra? Que equivocados estamos, pues somos nosotros mismos los
encargados de dar vida a todo aquello que carece (según nosotros) de esta. Hay
quienes no creen en la “reencarnación”, y es respetable, pero hay quienes si
creemos en que nuestras almas volverán a “ser” lo que un día dejen de ser y así
pues quien sabe, llegar a alcanzar la perfección.
Sí, porque, quienes no saben la reencarnación
apunta a la perfección, se dice que al morir abandonaremos nuestros cuerpos,
pero que nuestras almas se introducirán (encarnación) en otro cuerpo, en otro
ser y así volverán a nacer en esta tierra, con el fin de pagar los pecados
cometidos en la pasada vida o bien recibir los premios merecidos por ser una
buena persona. El alma evoluciona, cambia, se transforma, posee una capacidad
grandiosa, tanto así que lucha inconscientemente por alcanzar eso, la
perfección.
Pero bien, tomaremos aquí la rencarnación
desde otro punto de vista, no menos interesante, al contrario, una nueva forma
que no todos han analizado y que de hecho hasta aquellos que no creen en esta
podrían hacerlo. Llegamos al punto de conocer como alguien es capaz de
introducirse en un conejo, y más aún, en un conejo de peluche, sentirse
peluche, sentirse conejo, transformarlo, dar vida, pues sí, nosotros damos vida
tal como nos la dieron a nosotros. ¿Interesante no? Ah lo olvidaba, introduce
su ser en un conejo sin ni siquiera tener la necesidad de morir para hacerlo. Entonces
vemos como el ser humano si posee un poder sobrenatural, y es el de vivir
dentro de algo, es el de otorgar vida, cambiando un mundo, dándolo vuelta por
completo. Ven como el universo conspira en algún momento de nuestras vidas para
darnos un papel fuera de todo lo normal y nos da en nuestras propias mentes un
privilegio no deseado. Entonces, esto va así…
Ese alguien de quien hablé anteriormente
comienza por una pregunta y esta es ¿Puedo dar vida a un ser que no la tenga?,
pues bien, a partir de esto va detrás de una respuesta, elige un objeto
cercano, algo que se encuentre en su propia habitación, y entonces se encuentra
con este conejo de peluche, lo mira detenidamente, está ahí, en un rincón, lo
observa horas y horas, hasta que de pronto logra conectarse con él, de a poco
se inserta dentro del, y es entonces cuando comienza a sentirse un conejo de
peluche, pero aquí surge una nueva pregunta ¿Cómo puedo dar vida, y que todos
sepan que el conejo de peluche siente, expresa y vive de alguna forma?,
respuesta fácil para ese alguien, a través de un arte. Un arte que no todos
logran ver el mensaje real, un arte que muchas veces no pasa del comentario
usual “Ah que lindo”, “Oh no que horrible, eso es muy feo”, ese alguien elige
demostrar y dar vida a ese conejo a través del Dibujo.
Así comienza una búsqueda, un encuentro
continuo, un cambio, una caracterización, una transformación, una creación
perfecta, un arte que sin duda significa mucho para su propia construcción. Y
entonces dice, bueno comenzaremos dibujando el peluche con todos sus ángulos,
frontal, de espaldas, de lado y para el otro y así, hasta que podamos reflejar
cada uno de sus lados. Una vez hecho esto, los analiza y dice ¡Vive!, pero ¿Por
qué piensa esto? Bien, ¿Cada uno de nosotros no tenemos muchos ángulos
distintos?, ¿Nosotros cuando nos retratan o nos dibujan a caso no mostramos
expresiones si ni siquiera hablar? Claro que si, ese peluche, que ese alguien
ha plasmado en una hoja de papel, puede ser tan igual que cada uno de nosotros,
tiene una expresión, según la visión de cada uno, y entonces ahora aquella
persona comienza a darle un sentido, y dice “Quiero ver un peluche de conejo
enojado”, y entonces se introduce nuevamente en ese objeto, lo siente dentro de
sí mismo y entonces lo dibuja, esas pequeñas facciones que le cambia son las
que van otorgándole vida y así ese alguien juega, lo maneja a su antojo y tiene
el poder de alegrar al conejo, de entristecerlo, hacerlo enojar, hacerlo sentir
viejo o nuevo, etc. El dibujo es un modo de renacimiento, de volver a ser un
alguien, un ser que no soy, y que no necesito morir para ser tampoco, el dibujo
tiene un fondo profundo, más que una forma linda o fea, no es vulgar, es
potente, abre perspectivas, es subjetivo, cada uno puede darle un sentido
diferente, pero abre mentes, hace vivir, como al peluche, tiene un contenido
que es importante conocer para entenderlo. No es algo básico ni mucho menos
“fácil”, es un lenguaje, y de aquellos que como dije dan vida.
Sin duda el dibujo es sinónimo también de
la reencarnación, viéndola desde el punto de vista expuesto. Hay un “ser” que
quiere convertirse en otro “ser”, hay vida, hay cambios, hay alma, hay corazón,
hay arte, perfección, lenguaje, transformación, poder, hay una mezcla perfecta,
hay ese toque de delicadeza, no sobra ni falta más. Si vives, haz vivir a
quienes no pueden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario