Katherine Vidal
“Así como la planta engendra la flor, la psique crea sus símbolos”
Carl Jung, 1964
Quizás desde siempre
nosotros como personas individuales con nuestras complejidades nos hemos basado
en la construcción de nuestro ser en diferentes moldes o símbolos que se nos
imponen indirectamente como correctos, en tiempos anteriores el arquetipo de
héroe predominaba fuertemente abarcando incluso
nuestra mente de una manera rápida ya que solo al mencionar la palabra héroe
asociábamos cualidades como fuerte, valiente, de buen parecer o nobles, estos
caballeros que iban de un lugar para otro salvando a muchas doncellas en
peligro, es así como encontramos a caballeros como El ingenioso Don Quijote de
la Mancha, Don Rodrigo Díaz de Vivar en El cantar del MIO CID, Amadís de Gaula,
etc. caballeros fuertes y honorables como el que nos presenta Robert Fisher en
su libro El Caballero de la armadura oxidada.
Fisher es un hombre que
desde muy joven dedicó su vida a las comunicaciones pero de forma cómica e
irónica, por esto su libro mencionado anteriormente no es la excepción aquí nos
muestra un caballero honorable que mantenía y defendía las cualidades de ser
bueno, generoso y amoroso. Aquel caballero pasaba su vida salvando doncellas y
cuidando de su armadura en la cual queda atascado, por ello decide hacer un
viaje para no perder a su esposa Julieta y a su hijo Cristóbal quienes le piden
que deje su armadura o de lo contrario ellos se irán para siempre. Este hombre
ante tal situación va en busca de Merlín quien es la única persona que al
parecer puede ayudarle a liberarse de su armadura, ingresa al bosque y comienza
su gran viaje y aventura donde aprende y descubre quien es realmente a través
del sendero de la verdad donde existen tres castillos los cuales debe pasar
para vencer su armadura, el primero es el Castillo del silencio, el siguiente
el catillo del Conocimiento y por último el castillo de la Voluntad y Osadía,
para pasar cada uno de ellos Merlín le había otorgado una llave dorada la cual
abría las puertas; cada vez que pasaba al siguiente castillo la habitación se
hacía más pequeña. Al final debe enfrentarse con el Dragón y lanzarse desde la
cima si desea volver a ver a su hijo y esposa.
Esta historia que es de
una lectura sencilla y bastante comprensible, nos recuerda algo tan importante
como es el descubrimiento de nuestro YO, la búsqueda del saber quiénes somos en
realidad, cuáles son nuestros límites y nuestras fortalezas, y nuestra
personalidad, del como nos enfrentamos al mundo exterior e interior y que tan
lleno de arquetipos nos encontramos nosotros mismos.
Desde
pequeños hemos crecido con las historias de la nobleza las cuales se encuentran
pasmadas en la edad media, historias que han sido propulsoras de muchos de
nuestros juegos donde atribuíamos a los niños cualidades de héroes y a las
niñas cualidades de doncellas como Julieta , e imaginábamos que
estábamos en algunos de esos castillos esperando que llegara aquel valiente
caballero que nos salvara, pensábamos que esos caballeros se enamorarían de
nosotros solo al vernos y viceversa, con aquel amor que nos muestran los libros
y películas, ese amor cortes donde el varón siempre busca exaltar la
belleza de su amada y por sobre todo sin interés de ganar nada a cambio más que
el amor de ella. Todos estas palabras y conceptos de amor desinteresado han ido
perdiendo validez a través del tiempo, porque nos encontramos con que las
doncellas no son tan doncellas y no se encuentran tan atrapas en sus castillos,
nos damos cuenta que los caballeros no son azules, sino que muestran una gama
de colores o quizás a veces nos pasa como paso con el caballero que nos muestra
Fisher, somos salvadas y no queremos serlo, este caballero salvaba a las
doncellas aunque estas no quisieran solo porque él debía mantener su oficio y
valores intactos para que el resto no dudara de sus cualidades, por esto
también mantenía su armadura reluciente para demostrarlo, la pregunta es ¿qué
es lo que estamos proyectando?, ¿qué es lo que queremos que el resto vea?, ¿Cuánto
estamos dispuestos a dar por eso?. Nuestro caballero como nosotros quizás se
mostraba al resto con una máscara tan fuerte que nada podía sacarlo de ella e
incluso todo giraba en torno a ella, quizás la sociedad nos pone miles de
casilleros y nosotros debemos elegir cuál de ellos nos representa mejor, con
cuál de ellos vamos de mejor manera y nos enamoramos de esas máscaras que están
llenas de estereotipos, nos miramos al espejo con ellas y nos parecen hermosas
y nos pasa lo que le aconteció a Narciso el muchacho que se enamoró de su
imagen al verse reflejado en el agua, que pasa si nos enamoramos de nuestra
máscara, de esa máscara que no muestra lo que somos, lo que valemos sino más
bien que cumple con lo establecido por la sociedad, aquella que nos limita.
Cristóbal
era el hijo del caballero, un muchacho de rizos rubios del cual no se hace un
detenida descripción, pero con solo mencionar esos dos aspectos podemos
nosotros intervenir diciendo que era un muchacho inteligente y guapo, otra vez
los moldes impuestos cobran vida para continuar con la ironía de atribuir
rasgos a diversas personas que quizás no cumplen con esos prototipos de
personalidad. Podemos continuar con su esposa Julieta un nombre muy usado y al
señalarlo pensamos en que es una mujer hermosa, delicada, que se dedicaba a su
familia, familia que se ve afectada por la armadura de su esposo, ¿qué pasa
cuando ya las caretas aburren a tu entorno?, es ahí donde de debemos comenzar
nuestro viaje y encontrarnos con Merlín aquel hombre que nos guiará o nos dará
las pautas para ir al buscar nuestro YO.
Existen
momentos en los cuales debemos realizar ese hermoso viaje de descubrir quienes
somos para que nadie venga a atribuir lo que no nos pertenece, y para que
nosotros mismos nos podamos escuchar y no cometamos los errores de nuestro
caballero quien para no escuchar lo que su esposa decía baja la rejilla del
yelmo y dejaba de escuchar, y cuando quería escucharse a él mismo iba al
rescate de las damiselas, no dedicaba tiempo a su familia solo se dedicaba a satisfacer
las necesidades de su ello, el Yo complacía y buscaba
la forma de satisfacer y nada más, el superyó casi ni se distingue en esta
situación por esto el caballero va en busca de aquel sendero de la verdad,
sendero que llevará al caballero al conocimiento de su propio Yo, y no
solamente el de su Ello. También el viaje que emprendamos en la búsqueda nos
llevara a reencontrarnos con nosotros y nuestra conciencia, la cual se pierde
muchas veces como le paso al el caballero quien vino a descubrir a Sam (su
conciencia) en los castillos que debía conocer.
Mario
Benedetti en su poema ¿Qué les queda a los jóvenes? En una parte nos dice:
“¿Qué les queda por probar a los
jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿Solo grafitti? ¿Rock?
¿Escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con
memoria
situarse en una historia que es la
suya
no convertirse en viejos
prematuros
¿Qué les queda por probar a los
jóvenes en este mundo de rutina y ruina?”
Claramente
podemos observar que lo que nos queda a nosotros las futuras y nuevas
generaciones es ya vencer estos arquetipos que nos han moldeado por años, es
presentarnos como somos, nuestra misma piel, sin mascaras, ni armaduras con sinceridad
y honestidad, debemos vencer a aquel
dragón que es solo una ilusión de nuestros miedos y de ideales sociales, hoy
somos como el caballero que vencerá su armadura escucharemos a nuestro Sam y
venceremos nuestro dragón para luego en un futuro ser los nuevos Merlines que
orienten a otros caballeros en la búsqueda de su verdad, pasando cada uno de
los castillos el silencio para escucharnos, el conocimiento de nosotros para
poder ser libres y tener la voluntad pasa hacer y la osadía para defender lo que
somos; No somos los únicos que emprendemos viajes en la búsqueda de un Yo mejor, hay aves que también lo hacen como las
águilas y quizás debemos alzar nuestra alas en la mejor ruta para traer el
habla y la utopía al mundo que piensa que con máscaras se vive y disfruta
mejor, lo cual es una completa falsedad y queda demostrado en la gran historia
de nuestro caballero quien venció su armadura para volver a encontrarse con lo que más amaba su
familia, su gran tesoro la base de lo que somos, por eso debemos tener claro
cuál es nuestra base, que piedras sostienen nuestro “yo”, porque se dice que a
lo que más dedicamos tiempo es nuestro tesoro y en el tesoro esta el corazón.
Busquemos
las utopías, dejemos las máscaras y
moldes, enamorémonos de lo que somos cada día al mirarnos al espejo, sin
gendelman, sin doncellas, solo nosotros personas hermosas sin la necesidad de
una armadura reluciente que sostiene un entono que no nos conoce, porque en los
pequeños detalles se encuentran las grandes diferencias.