Daniela Pérez
Se ve tan lejana la idea de que el profesor sea un amigo ¿quién lo creería? ese sujeto sentado detrás de un escritorio, mirándote fijamente como si desconfiara de tus intenciones, criticándote e intimidándote. Se convierta en un abrir y cerrar de ojos en tu confidente y amigo, en la persona que deja lecciones de vida, y que enseña a ser gente de bien.
Mi profesora de la asignatura de Lenguaje; me influenció en el camino de la pedagogía, y desarrolló en mí, el interés por enseñar y dedicarme al área de la educación, en la cual podría decir que, gracias a sus conversaciones fuera del aula dieron pie a que tomara la decisión de matricularme en la actual carrera en que me encuentro.
Lo peculiar de esta profesora es que a pesar de sus pocos años de docencia (5 años) tenía una gracia para enseñar que motivaba hasta el compañero más desordenado y desinteresado de la clase. Obviamente no todas las clases eran perfectas debidos al desorden pero siempre sabía como mantener el control. Esa actitud hace de ella un perfecto ejemplo de un buen profesor.
Pero más allá de su “buena onda” también tiene su lado oscuro, como todo profesor. Y eso lo demostraba al momento de evaluar ya que sus pruebas eran difíciles o parcialmente difíciles. También me sorprendían sus súper poderes de oído ultra sensible, ojos en la espalda y su ojo clínico para revisar ortografía. Una profesora que dentro de los parámetros a mi juicio es una de las mejores que había en el colegio donde egresé.
Pero yendo mas allá de su perfil docente, tuve la oportunidad de compartir con ella situaciones que hicieron que la conociera un poco más como persona y no con su personaje de profesor. Y llegué a conclusión que ella no deja su papel de lado, es profesora las 24 horas del día; nunca deja de enseñar, sus conversaciones son totalmente constructivas e interesantes y su manera hippie de ver la vida es genial.
Es una profesora que le gustaba el arte, la música, y la poesía, hacer actividades nuevas y lo mejor de todo es que quería que cada uno fuera útil y desarrollara lo mejor de sí. En sus actividades nos hacía sentir que éramos capaces de hacer todo, incluso de conquistar el mundo.
Finalmente me atrevo a decir que me encantaría ser como ella, es mi mejor ejemplo, pero estoy conciente que cada uno tiene su estilo particular, pero el de ella es envidiable. Será mi mejor recuerdo, uno que palpitará diariamente en mi memoria y ,quedará escrito en el diario de mi vida.
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