Maira Jaramillo
Hay gente que se cruza en nuestros caminos
para dejarnos marcados, algunos para bien y otros para mal. Hay quienes nos
dejan lecciones de vida eternas, que nos servirán hasta nuestro último día de
vida. Están aquellas personas que nos enseñan a amar, que nos enseñan a ser
personas de verdad, a ser gente de bien, a ir por un buen camino siempre, a
crecer con las cosas malas y a seguir siempre adelante. Es así como las
personas más importantes después de la familia, son los profesores, sí,
aquellos que pasan la mayoría de las horas con los alumnos en una sala de
clase, compartiendo experiencia, entregando conocimientos, valores, alimentando
a los pequeños día a día y formándolos para un futuro próximo.
Tengo el gusto de poder decir que duramente
mi enseñanza tuve dos grandes profesores de Lenguaje y Comunicación, quienes
influyeron notablemente en mi decisión de estudiar esta hermosa carrera, como
lo es la pedagogía en lengua castellana. Ellos sin darse cuenta, sin pensarlo,
fueron formando en mi un pensamiento más allá de la razón, yo los veía llegar
día a día, con una sonrisa en la cara, con unas energías únicas, que nunca
había visto en otros profesores, llegaban con unas ganas de enseñar, y también
de ayudarnos a construirnos a nosotros mismos. A partir de ellos comencé a
cuestionarme qué habrá sido lo que los gatilló a ser profesores, a tal punto
que un día me acerqué a mi profesora y le pregunté, ¿por qué razón estaba ahí?,
siendo nuestra maestra, teniendo muchas responsabilidades en su espalda,
cargando con niños con tantos problemas de aprendizaje y comportamiento,
pasando muchas veces rabias y disgustos, teniendo que aceptar muchas veces
faltas de respeto e insolencias, tragándose a veces criticas negativas y malos
tratos de los demás colegas u autoridades, le pregunté por qué había decidido
ser profesora. Y ella me respondió:
“Porque no hay nada más hermoso que ver
crecer a niños transformándose en
personas de bien, las responsabilidades nos hacen más grandes, son de grandes,
y son desafíos personales, son de cada uno, son superables, un niño con
problemas de aprendizaje es mi prueba más grande, ayudar a superarlo, a
desarrollar sus habilidades, los niños no nacen sabiendo como comportarse, la
familia y nosotros los ayudamos, las rabias y los disgustos no son nada al lado
de los resultados que muchas veces logro ver, al lado del crecimiento de cada
uno de ustedes. Puedo pasar malos momentos, tragarme malas palabras que muchas
veces me dicen, pero lo hago por el amor hacía los alumnos, por el amor que
ellos también me dan, hacen que me sienta viva, que me sienta útil, me hacen
sentir que existo por una buena razón.”
Fue ahí entonces que todo para mí cambió y
vi esta carrera no como una carrera más simplemente, la vi como mi vida en un
minuto, me imaginé una sala llena de niños, desordenados, tranquilos, llenos de
ganas de aprender, otros con sueño, me imaginé una niña triste, también un niño
que lo único que desea es leer, alumnos siguiendo letras, persiguiendo sueños,
buscando el lenguaje, intentando comunicarse, tratando de vivir.
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