Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

martes, 24 de abril de 2012

Contra las extrañas maneras que tiene la señora muerte de ferir a los hombres en su cara.

              Mizraim Bravo

A Oscar Mora                                           
  y su espalda que aún me duele.


Contra mi cara de marmita, de caballo de mar ambivalente, con el trébol tengo el iris marchito de tu  espalda vuelta lechuza, contra mi cara cóncava o peluca marina contra mi cactus de noche hasta la playa de mi dedo te matan a ti y yo soy  el que me muero. Con mi cara: diente amarillísimo perro atardeciendo, con mi pecho blanquecino, pañuelo de espadas contra la mitad de mi pelo y la nuca de mi alma  sácame la espina cristo amargo contra mi cara amortajada no hay ni puente de agua para los peces de mi cama, contra mi cara continente errado vendo la lengua por si llega por si quiere la parca esta casa sin murallas.

No crece fiera en la apatía y la carne se hace tierna carroza. Yo no espero que te levantes Lázaro y me levantes, no pienso en la secreta liga de los heraldos contra mi cara. 
Ya lo sabrá el árbol de la boca cuando el hueso coma su madre y el tallo proyecte la rosa, oh muerte de yeso muerde de mármol el hueco muerte fría con un sol adentro, he perdido la citara del medo  me dije mosaico Bizantino, he vuelto por el rio Federico nadie vio que eras príncipe en el agua, “Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!”.

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