Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

martes, 10 de abril de 2012

Humana Aventura

Vittorio Valletta


La antropofagia propone una revisión histórica y lingüística que reafirma la cultura brasilera. Se restituye mediante el discurso antropófago una práctica, una tradición previa a la conquista europea, estableciendo una polémica en torno al origen, a los vestigios de una cultura anterior a la del conquistador; porque como escribe el autor del manifiesto: “Antes de que los portugueses descubrieran al Brasil, Brasil había descubierto la felicidad”.
 Esto, no implica un sometimiento alguno ni trae aparejada la esclavitud, sino una actitud transcultural. El término transculturación se generó en el terreno de la antropología a partir del año 1940; el concepto lo ideó Fernando Ortiz en contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar con el fin de clasificar el estudio del contacto cultural entre grupos socioculturales diferentes. Ortiz propuso la adopción de este término para remplazar los conceptos de aculturación y desculturación que describían la transferencia de cultura realizada de una manera reduccionista, imaginada desde la matriz de los intereses de la metrópoli Se puede decir que el objetivo primordial del manifiesto antropófago es el de empalmar la experiencia cotidiana brasileña con una tradición heredada. Ahora bien, el problema, está en cómo lograrlo sin exigir la eliminación del otro; cómo poseer una actitud crítica y superadora con respecto a la cultura extranjera, pero sin desecharla de raíz, completamente.
La posibilidad estaría entonces en continuar la búsqueda de lo auténtico frente a lo importado sin negar a este último; mirar más allá de los límites del Brasil de manera antropofágica, es decir, apropiándose de lo extranjero sin erradicarlo. La actitud debe ser otra, se debe absorber la cultura del enemigo pero para transformarla, con el fin de conseguir una síntesis superadora. En pocas palabras: devorar al otro para lograr para transformarlo en tótem. Una aventura humana.

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