Vittorio Valletta
La antropofagia propone una revisión histórica y lingüística que
reafirma la cultura brasilera. Se restituye mediante el discurso antropófago
una práctica, una tradición previa a la conquista europea, estableciendo una
polémica en torno al origen, a los vestigios de una cultura anterior a la del
conquistador; porque como escribe el autor del manifiesto: “Antes de que los portugueses descubrieran al Brasil, Brasil había
descubierto la felicidad”.
Esto, no implica un sometimiento
alguno ni trae aparejada la esclavitud, sino una actitud transcultural. El
término transculturación se generó en el terreno de la antropología a partir
del año 1940; el concepto lo ideó Fernando Ortiz en contrapunteo cubano del
tabaco y el azúcar con el fin de clasificar el estudio del contacto cultural
entre grupos socioculturales diferentes. Ortiz propuso la adopción de este
término para remplazar los conceptos de aculturación y desculturación que
describían la transferencia de cultura realizada de una manera reduccionista,
imaginada desde la matriz de los intereses de la metrópoli Se puede decir que
el objetivo primordial del manifiesto antropófago es el de empalmar la
experiencia cotidiana brasileña con una tradición heredada. Ahora bien, el
problema, está en cómo lograrlo sin exigir la eliminación del otro; cómo poseer
una actitud crítica y superadora con respecto a la cultura extranjera, pero sin
desecharla de raíz, completamente.
La posibilidad estaría entonces en continuar la búsqueda de lo auténtico
frente a lo importado sin negar a este último; mirar más allá de los límites
del Brasil de manera antropofágica, es decir, apropiándose de lo extranjero sin
erradicarlo. La actitud debe ser otra, se debe absorber la cultura del enemigo
pero para transformarla, con el fin de conseguir una síntesis superadora. En
pocas palabras: devorar al otro para lograr para transformarlo en tótem. Una
aventura humana.
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