Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

martes, 10 de abril de 2012

Egoísmo


Claudia Gómez

Metro de Santiago, dirección Tobalaba. Todos en silencio, parecen dormidos, desganados, sin brillo en sus ojos, algunos duermen -o eso parece- otros discuten por un empujón o un simple roce de manos casual, se escucha a un bebe llorar y pareciera que olvidan que fueron bebes también, que lloraron y que gritaron, lo miran y comienzan a inquietarse, parece que fuera la peor desgracia que les podría pasar. Lo olvidan. La madre inquieta intenta consolarlo. Se dio cuenta. Hay también una anciana, todos los sentados duermen, están cansados ¡claro! Un “hombre” de mala gana se levanta y sede su lugar –¿pensó en el qué dirán?- olvidan también que ellos fueron amados y criados por sus abuelos y que en unos años más serán igual que ellos. Lo olvidan.
¿Qué pensarán? ¿Pensamos que todos somos parte de nosotros?
Ver sus rostros, se preguntaran si apagaron el calefón en la mañana antes de salir, cerraron la puerta con llave, miraron a sus seres queridos antes de partir… Todos tenemos las mismas preguntas y las mismas preocupaciones, entonces ¿Por qué somos tan indiferentes? ¿Solo un desastre a nivel de país o la Teletón nos une? Qué cinismo.  Cuando en una instancia tan cotidiana somos como ogros con cualesquiera que nos mire.
Estación Baquedano, combinación San Pablo, se abren las puertas. Deje bajar antes de subir. Todos se amontonan para salir ¿Permiso? Gente en el andén espera su turno para subir ¿Qué pasa? Dos hombres pelean, empujones, reclamos, palabreos para allá y para acá, no se puede creer que casi se golpean ¿Disculpe? Nada.
Caminan hacia la combinación, casi por inercia, parecen un ganado, todos en la misma dirección, apretados. Siguen a la mayoría. Llegan al antes y los mismo gestos de nuevo.
¿Cuándo terminarán respetándose? Parecen tan diferentes, pero no se dan cuenta que hay factores que nos unen: ese cansancio, mal genio, aburrimiento y desganas nos hace iguales. Perno no, siempre somos ¡Yo!

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