Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

jueves, 12 de julio de 2012

La armadura


Katherine Vidal

“Así como la planta engendra la flor, la psique crea sus símbolos”
Carl Jung, 1964

Quizás desde siempre nosotros como personas individuales con nuestras complejidades nos hemos basado en la construcción de nuestro ser en diferentes moldes o símbolos que se nos imponen indirectamente como correctos, en tiempos anteriores el arquetipo de héroe[1]  predominaba fuertemente abarcando incluso nuestra mente de una manera rápida ya que solo al mencionar la palabra héroe asociábamos cualidades como fuerte, valiente, de buen parecer o nobles, estos caballeros que iban de un lugar para otro salvando a muchas doncellas en peligro, es así como encontramos a caballeros como El ingenioso Don Quijote de la Mancha, Don Rodrigo Díaz de Vivar en El cantar del MIO CID, Amadís de Gaula, etc. caballeros fuertes y honorables como el que nos presenta Robert Fisher en su libro El Caballero de la armadura oxidada.
Fisher es un hombre que desde muy joven dedicó su vida a las comunicaciones pero de forma cómica e irónica, por esto su libro mencionado anteriormente no es la excepción aquí nos muestra un caballero honorable que mantenía y defendía las cualidades de ser bueno, generoso y amoroso. Aquel caballero pasaba su vida salvando doncellas y cuidando de su armadura en la cual queda atascado, por ello decide hacer un viaje para no perder a su esposa Julieta y a su hijo Cristóbal quienes le piden que deje su armadura o de lo contrario ellos se irán para siempre. Este hombre ante tal situación va en busca de Merlín quien es la única persona que al parecer puede ayudarle a liberarse de su armadura, ingresa al bosque y comienza su gran viaje y aventura donde aprende y descubre quien es realmente a través del sendero de la verdad donde existen tres castillos los cuales debe pasar para vencer su armadura, el primero es el Castillo del silencio, el siguiente el catillo del Conocimiento y por último el castillo de la Voluntad y Osadía, para pasar cada uno de ellos Merlín le había otorgado una llave dorada la cual abría las puertas; cada vez que pasaba al siguiente castillo la habitación se hacía más pequeña. Al final debe enfrentarse con el Dragón y lanzarse desde la cima si desea volver a ver a su hijo y esposa.
Esta historia que es de una lectura sencilla y bastante comprensible, nos recuerda algo tan importante como es el descubrimiento de nuestro YO, la búsqueda del saber quiénes somos en realidad, cuáles son nuestros límites y nuestras fortalezas, y nuestra personalidad, del como nos enfrentamos al mundo exterior e interior y que tan lleno de arquetipos nos encontramos nosotros mismos.
Desde pequeños hemos crecido con las historias de la nobleza las cuales se encuentran pasmadas en la edad media, historias que han sido propulsoras de muchos de nuestros juegos donde atribuíamos a los niños cualidades de héroes y a las niñas cualidades de doncellas como Julieta[2] , e imaginábamos que estábamos en algunos de esos castillos esperando que llegara aquel valiente caballero que nos salvara, pensábamos que esos caballeros se enamorarían de nosotros solo al vernos y viceversa, con aquel amor que nos muestran los libros y películas, ese amor cortes[3]  donde el varón siempre busca exaltar la belleza de su amada y por sobre todo sin interés de ganar nada a cambio más que el amor de ella. Todos estas palabras y conceptos de amor desinteresado han ido perdiendo validez a través del tiempo, porque nos encontramos con que las doncellas no son tan doncellas y no se encuentran tan atrapas en sus castillos, nos damos cuenta que los caballeros no son azules, sino que muestran una gama de colores o quizás a veces nos pasa como paso con el caballero que nos muestra Fisher, somos salvadas y no queremos serlo, este caballero salvaba a las doncellas aunque estas no quisieran solo porque él debía mantener su oficio y valores intactos para que el resto no dudara de sus cualidades, por esto también mantenía su armadura reluciente para demostrarlo, la pregunta es ¿qué es lo que estamos proyectando?, ¿qué es lo que queremos que el resto vea?, ¿Cuánto estamos dispuestos a dar por eso?. Nuestro caballero como nosotros quizás se mostraba al resto con una máscara tan fuerte que nada podía sacarlo de ella e incluso todo giraba en torno a ella, quizás la sociedad nos pone miles de casilleros y nosotros debemos elegir cuál de ellos nos representa mejor, con cuál de ellos vamos de mejor manera y nos enamoramos de esas máscaras que están llenas de estereotipos, nos miramos al espejo con ellas y nos parecen hermosas y nos pasa lo que le aconteció a Narciso el muchacho que se enamoró de su imagen al verse reflejado en el agua, que pasa si nos enamoramos de nuestra máscara, de esa máscara que no muestra lo que somos, lo que valemos sino más bien que cumple con lo establecido por la sociedad, aquella que nos limita.
Cristóbal era el hijo del caballero, un muchacho de rizos rubios del cual no se hace un detenida descripción, pero con solo mencionar esos dos aspectos podemos nosotros intervenir diciendo que era un muchacho inteligente y guapo, otra vez los moldes impuestos cobran vida para continuar con la ironía de atribuir rasgos a diversas personas que quizás no cumplen con esos prototipos de personalidad. Podemos continuar con su esposa Julieta un nombre muy usado y al señalarlo pensamos en que es una mujer hermosa, delicada, que se dedicaba a su familia, familia que se ve afectada por la armadura de su esposo, ¿qué pasa cuando ya las caretas aburren a tu entorno?, es ahí donde de debemos comenzar nuestro viaje y encontrarnos con Merlín aquel hombre que nos guiará o nos dará las pautas para ir al buscar nuestro YO.
Existen momentos en los cuales debemos realizar ese hermoso viaje de descubrir quienes somos para que nadie venga a atribuir lo que no nos pertenece, y para que nosotros mismos nos podamos escuchar y no cometamos los errores de nuestro caballero quien para no escuchar lo que su esposa decía baja la rejilla del yelmo y dejaba de escuchar, y cuando quería escucharse a él mismo iba al rescate de las damiselas, no dedicaba tiempo a su familia solo se dedicaba a satisfacer las necesidades de su ello[4], el Yo complacía y buscaba la forma de satisfacer y nada más, el superyó casi ni se distingue en esta situación por esto el caballero va en busca de aquel sendero de la verdad, sendero que llevará al caballero al conocimiento de su propio Yo, y no solamente el de su Ello. También el viaje que emprendamos en la búsqueda nos llevara a reencontrarnos con nosotros y nuestra conciencia, la cual se pierde muchas veces como le paso al el caballero quien vino a descubrir a Sam (su conciencia) en los castillos que debía conocer.
Mario Benedetti en su poema ¿Qué les queda a los jóvenes? En una parte nos dice:
“¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿Solo grafitti? ¿Rock? ¿Escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros
¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de rutina y ruina?[5]

Claramente podemos observar que lo que nos queda a nosotros las futuras y nuevas generaciones es ya vencer estos arquetipos que nos han moldeado por años, es presentarnos como somos, nuestra misma piel, sin mascaras, ni armaduras con sinceridad y honestidad,  debemos vencer a aquel dragón que es solo una ilusión de nuestros miedos y de ideales sociales, hoy somos como el caballero que vencerá su armadura escucharemos a nuestro Sam y venceremos nuestro dragón para luego en un futuro ser los nuevos Merlines que orienten a otros caballeros en la búsqueda de su verdad, pasando cada uno de los castillos el silencio para escucharnos, el conocimiento de nosotros para poder ser libres y tener la voluntad pasa hacer y la osadía para defender lo que somos; No somos los únicos que emprendemos viajes  en la búsqueda de un Yo mejor,  hay aves que también lo hacen como las águilas y quizás debemos alzar nuestra alas en la mejor ruta para traer el habla y la utopía al mundo que piensa que con máscaras se vive y disfruta mejor, lo cual es una completa falsedad y queda demostrado en la gran historia de nuestro caballero quien venció su armadura para volver  a encontrarse con lo que más amaba su familia, su gran tesoro la base de lo que somos, por eso debemos tener claro cuál es nuestra base, que piedras sostienen nuestro “yo”, porque se dice que a lo que más dedicamos tiempo es nuestro tesoro y en el tesoro esta el corazón.
Busquemos las utopías, dejemos  las máscaras y moldes, enamorémonos de lo que somos cada día al mirarnos al espejo, sin gendelman, sin doncellas, solo nosotros personas hermosas sin la necesidad de una armadura reluciente que sostiene un entono que no nos conoce, porque en los pequeños detalles se encuentran las grandes diferencias.


[1] Carl Jung, Teorías de la personalidad, Disponible en http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/jung.htm, Jueves 28 de julio de 2012.
[2]   Piénsese en la historia de  Romeo y Julieta  de William Shakespeare (1597).
[3]  Jorge Manrique, Amor Cortés. Disponible en  http://www.jorgemanrique.alinome.net/amorcortes.php, Lunes 02 de julio de 2012.
[4]Sigmund Freud, Teoría de la personalidad. Disponible en: http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/Freud.htm, jueves 28 de julio del 2012.
[5] Mario Benedetti, Poemas del alma, Disponible en: http://www.poemas-del-alma.com/mario-benedetti-que-les-queda-a-los-jovenes.htm, viernes 06 de julio 2012.

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