Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

jueves, 12 de julio de 2012

El pájaro del demonio


Francisca Peña

…Inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”…
Edgar Allan Poe
Edgar Allan Poe nació en Estados unidos, inició su carrera literaria con un libro de poemas llamado Tamerlane and other poems (Tamerlan y otros poemas), contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, la que murió de tuberculosis. Su gran sueño era editar su propio periódico al que llamaría The Stylus, lo que nunca se concretó. Solo escribió cincuenta poemas reunidos en cuatro libros de poesía. Pero no nos centraremos en analizar la vida de este poeta maldito, sino que veremos desde otra perspectiva su obra más famosa  El Cuervo, es la prosa más famosa del autor, publicada el 29 de enero de 1845 en un periódico de New York, el Evening Mirror; en este trabaja la melancolía y el deseo de recordar ha su amada Leonora, el narrador se hunde en la lectura tratando de olvidar la perdida que a sufrido, pero solo se deja abatir por la locura y  por la devoción que existe hacia su amada. La descripción que nos da de la situación que vive el narrador es tan exacta que hace que nos creemos una visión de lo que se está leyendo.
La imagen del cuervo es la más potente en el poema, es un ser oscuro, lúgubre y que actúa como mensajero del más allá que solo pronuncia, ante las preguntas del narrador, la frase Never more,[1] utilizándolo como recordatorio de que jamás volverá a ver a su Leonora. No solo le muestra la ausencia, también le hace ver la sabiduría que posee al posarse sobre el dintel de la puerta, donde se encontraba un busto de Palas[2], allí ayudado por una lámpara reflejaba su sombra en el suelo de la habitación desde donde imponía toda su majestuosidad.
En la mitología griega Odín[3] también posee dos cuervos a los que llevaba en sus hombros cuando iba a pelear en las guerras, llamados Hugin y Munin (pensamiento y memoria respectivamente), eran utilizados por el Dios para recorrer el mundo y recopilar información, al regresar se posaban sobre sus hombros y le decían a sus oídos todo lo que habían visto. Pero no es solo Odín u otros escritores, también aparece en la Biblia en el momento cuando Noé no envía primero a una paloma sino que a un cuervo de plumas blancas para ver si el diluvio había terminado, pero este no volvió por lo que se le castigó cambiándole las plumas a color negro y haciéndolo carroñero por el resto de su vida.[4] 
Existen muchas historias relacionadas con el cuervo, en uno de los mitos del Rey Arturo, que se originó a mediados del siglo XI, cuentan que él no murió sino que mágicamente se transformó en un cuervo grande e imponente, dicen que si en algún momento los cuervos que se encuentran posados en la torre de Londres se fueran el Imperio Británico desaparecería debido a la ausencia de sus guardianes. Un popular creador de comics creo una historia llamada “The Crow”[5], James creó a este personaje para soportar la pérdida de su mujer, aquí se ve reflejado como algunas personas ven al cuervo como un guía para  llegar al otro mundo.
Ortega y Gasset en su libro Estudios sobre el amor[6], nos dice que el amor es algo fecundo capaz de crear nuevos sentimientos en el sujeto, tales como deseo, odio, obsesión y otros, que hacen que el sujeto actué de manera distinta a la habitual; como es el caso de nuestro estudiante en la historia de Poe. La pérdida de su amada le ha creado un odio hacia su entorno haciéndolo que se sumerja en el único recuerdo que le queda de su amada, “su pintura” colgada en la pared. Sólo vive del recuerdo de ella, pero siempre habrá algo que nos haga recordar que esa persona ya no está con nosotros, en este caso sería el cuervo, quien con su “nevermore”, respuesta a cada pregunta del estudiante, la que le recuerda que Leonor jamás volverá. Nuestro protagonista es incapaz de separar el amor del deseo, ¿A qué me refiero con esto? A que, como dice Ortega y Gasset es el deseo quien le da forma a la obsesión, obsesión por retener el recuerdo de alguien que ya ha partido.
Pero para qué centrarnos en otros textos cuando el mismo autor de “El Cuervo”, nos deja explicitado como fue que comenzó a escribir esta prosa[7], dejando de lado todas  las teorías, como por ejemplo de que este cuento se referiría a un hombre que se convirtió en  cuervo por un pacto con el diablo. Y así existen muchas más con respecto a este poema.
Poe considera la belleza como parte importante en un poema, ya que es esta la que les entrega a los autores gran parte de la inspiración. Con esta aclaración Poe piensa que el mayor sentimiento que posee un ser humano es el de la tristeza, por lo que decide combinar estas dos cosas en un poema creado con estribillos. ¿Por qué con estribillos? Porque es el estribillo el que causa un efecto mayor en el lector debido a su sonoridad repetida. Fue aquí cuando comienza con la búsqueda de una palabra que causara tal efecto, esa palabra debía llamar la atención del lector y causar un efecto de incertidumbre, lo que lo llevaron a la letra larga o (vocal más sonora) y la r (consonante más vigorosa), con esto llego a la conclusión de que aquella unidad léxica se encontraría en nevermore, siendo la primera palabra que se le vino a la mente.
Continuando en la búsqueda de quienes serían sus protagonistas, toma la decisión de que quién diría esta palabra sería un ave con la capacidad de hablar, por lo que se le ocurrió que sería un loro, pero este no podía ser un loro, ya que la prosa hablaba de melancolía, fue entonces cuando pensó en un cuervo ¡El pájaro del demonio!
Ya tenía el personaje más importante de la prosa, pero faltaba el amor. El amor más fuerte que existe, sin duda, es el de un amado por la perdida de su amada. Fue así como comenzó a crear la maravillosa historia, del hombre desesperado por la pérdida de su eterno amor, con la imagen del cuervo quien le recordaría por el resto de su vida la ausencia de su Leonor. Poe decide comenzar su prosa comenzando por el final y terminando con el inicio, diciendo que cada obra de arte que existe o que se esta creando deberían iniciarse así.
La creación de esta prosa trae un trabajo esforzado y complicado, pero en esto esta la belleza y la originalidad. Baudelaire sintió una gran admiración por la obra de Poe, con sus traducciones ayudó a que muchas de sus prosas se dieran a conocer en Europa y en América latina es consagrado por Rubén Darío, quien le dedica un artículo en La Nación de Buenos Aires.  
Concluyo con que un escritor pasa por varias etapas para llegar a finalizar su creación, analiza cada palabra y cada paso a seguir, su obra es realizada meticulosamente. Por lo general los grandes literatos escriben pocas obras, pero estas aunque escasas son maravillosas y marcan al mundo literario para siempre.


[1] Este término en castellano significa “Nunca más”
[2] Dios nórdico de la sabiduría, hijo de Crío y Euribia. En otra versión Palas era una mujer, compañera de juegos de Atenea e hija del dios Tritón.
[3] Dios principal de la mitología nórdica, es el Dios de la sabiduría, la guerra y la muerte.
[4] Santa Biblia, Génesis, capitulo VIII. Editorial Codex, Santiago de Chile 1961.
[5] James O’Barr. Editorial Novaro de Colección, Madrid, 1989.
[6] José Ortega y Gasset, Estudios sobre el amor. Editorial EDAF, Buenos Aires, 1939.
[7] Edgar Allan Poe, Método de Composición, 1846. Disponible en http://gramatico.blogs.com/files/el-cuervo.-edgar-allan-poe-1.pdf

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