Daniela Pérez
¿Con
quién habla el escritor cuando siente que crea?
¿Con
el demonio al que Sócrates le susurraba?
O
¿Al omnipotente Dios a quien cree
Adivinarle
sus pulsaciones secretas?
Heterodoxos, Ernesto Sábato
Para Sartre, la literatura lo es todo, debe
darnos no solo una representación total del mundo, sino que debe ser un
estímulo de la acción, al menos por sus
aspectos críticos. Es aquí donde la literatura establece una conexión directa e
interactiva con la filosofía.
Para éste teórico existen dos clases
de escritores, los que son realmente comprometidos y los que no lo son. En el caso de los escritores que lo
son, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y el alma. En el caso de
los segundos, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y un traje. En el caso de los
escritores comprometidos, frente a la página en blanco, se enfrenta no solo a
la tarea de poblarla de imágenes, sino al peso de una tradición en la que busca
cobijarse o de la que quiere distanciarse; así sea éste un afán secreto. El
escritor comprometido, o sea el que realmente lo es, sabe que la palabra es
acción, sabe que revelar es cambiar y que no es posible revelar sin proponerse
el cambio.
En casi todo escritor, como sucede con
cualquier artista, un heterodoxo lucha contra su propia ortodoxia, es decir, de
ella se libera o a ella se atiene. Es por eso que la ortodoxia, nos encierra en
una cueva provista de una larga entrada abierta hacia la heterodoxia, nos ata de las piernas y cuello donde solo podemos
mirar hacia delante y ver sombras reflejadas de la realidad.
Solo queda cortar cadenas, salir de la cueva, preparar
el ritual, el incienso, la música y las
velas, invocar al indígena encerrado en lo profundo de nuestros tuétanos, que como sabemos viene con hambre y no
queda más qué, servirle al intelectual que hemos formado, el resultado de éste proceder autoantropofágico es la
creación de un producto innovador, divergente; un heterodoxo, lo heterogéneo ha
sido incorporado y recreado. Los
heterodoxos son los que no se ciñen
a las reglas del canon; los exiliados, Aquellos que prefieren reinar en los
infiernos que servir en los cielos. En la literatura, los excluidos de las
antologías o apenas insinuados, y que terminan por ser, a veces, lo más vivo
del mundo literario. No se puede elegir ser heterodoxo, la heterodoxia nos elige.
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