El
sentido no es la suma de las palabras,
sino
la totalidad orgánica de las mismas.
Jean Paul Sartre
Romina Pintos
Abstract: Este trabajo pretende exponer
algunas reflexiones sobre el libro, que es también un ensayo mayor, “¿Qué es
literatura?” de Jean Paul Sartre, comparando algunos extractos de éste con el
libro “El Túnel” de Ernesto Sábato a modo de representación de algunas ideas
expresadas en el ensayo de Sartre.
Cuando
uno se introduce en el mundo de los libros suele hacerse una pregunta que
difícilmente se puede responder (pero que no por eso significa que no tiene
respuesta), esa pregunta es «¿Qué es literatura?», interrogante que me llevó a
buscar a Sartre, quien escribió un extenso ensayo que lleva por título la misma
pregunta antes formulada. Para él la literatura responde a varias preguntas,
tales como “¿Qué es escribir?, ¿Por qué se escribe?, ¿Para quién?” y ¿Contra
quién se escribe? Para responder a estas preguntas, debemos resumir un poco
todo ese mar de palabras que nos llevan siempre a las mismas respuestas.
Primero cabe responder a la pregunta
“¿Qué es escribir?”; cuando hablamos
de escritura nos referimos a un proceso de creación que comienza con el simple hecho de tomar un
lápiz y tener la idea que vamos a hacer algo significativo con él, aunque en
este sentido cabe destacar que no gobierna la construcción de un significado
(esto quiere decir que para un escritor una palabra puede figurar más de una
cosa, puede referirse a personas u objetos por igual, por ende queda destrozada
la concepción del significado/ significante), más bien se acercaría al proceso
de creación sin más ni menos.
Lo siguiente que nos atañe es
responder a esa extensa pregunta que dice: “¿Por
qué escribir?”, para responder a esta pregunta me vi en la necesidad de
investigar dentro de novelas, así llegué a dos; había pensado en remitirme al
libro Rayuela de Cortázar cuando leí la pregunta del libro, y más precisamente
cuando me topé con la frase dentro de ese capítulo del libro que dice «Somos nosotros quienes hemos inventado las
leyes con las que juzgamos esa obra», ya que el libro en sí nos sugiere
cierta libertad y por ende es el escritor sugerente y el lector es quien toma
la obra, la hace y deshace, la toma por buena o mala o de calidad dentro de ese
aparente desorden bien dispuesto por el autor, pero después pensé en lo
complejo que es analizar la obra en su totalidad para dar cuenta efectiva de la
frase antes mencionada. Por la misma razón me tomé de otras frases sacadas del
mismo capítulo « […] No puedo revelar y producir a la vez» y también «Mi libertad se
convierte en capricho; a medida que establezco relaciones nuevas, me alejo más
de la ilusoria objetividad» , estas frases, chocantes, me abrieron la
puerta de otro libro «El túnel» de Ernesto Sábato. Éste me enseñó el final al
comienzo de la historia como si ya estuviese todo dicho, lo tomó como un hecho,
el lector apenas abre el libro y lo empieza a leer se encuentra con toda una
historia que asume el escritor (que no es Sábato por cierto, ya que estamos
frente a Barthes y la muerte del autor) es sabida por todos, pero que sin
embargo empieza a desarmar a medida que uno avanza por ese camino que uno suele
llamar “historia”, nos arrebata los
sentidos y se los apropia, nos hace partícipes de la historia sin estar allí,
nos conduce a través de las palabras al final de la novela, nos obliga a
preguntar ¿Qué es la objetividad o hasta dónde llega?, la respuesta a esa
pregunta, que todo buen lector se hace al momento de leer una obra, me la dio
la frase de Sartre, “ilusoria objetividad”,
podría decir que nada es lo que parece hasta que se cuenta, desde el momento
que uno abre el libro y se encuentra con la primera frase «…en todo caso, había
un solo túnel, oscuro y solitario: el mío» la cual nos revela mucho, pero al
mismo nada, nos abre la ventana para que inspeccionemos ese mundo en el cual
nos aventuraremos, entonces recuerdo la frase «La lectura es creación dirigida», tiene sentido si recapacitamos
sobre ella, Juan Pablo Castel (el que
relata o escribe la historia) nos lleva hacia la verdad de sus acciones, nos
obliga a ir por el mismo sendero por el que él caminó, nos introduce en sus
mañas, en sus defectos, en sus obsesiones, en resumida, nos dirige. Podría
decir que las preguntas éticas dentro del texto me incluyen, soy parte de su
relato, me lo está contando a mí, solo a mí, es así como logro recrear el mundo
de este pintor, es de esa manera como logro caminar por las mismas calles que
él caminó, como logro pensar tal cual él pensó, estoy ahí, mientras tengo el
libro en mis manos, mientras lea todo ese mundo está ahí, ordenado y bien
adornado para mi deleite; sabiendo que entrará en letargo cuando, mi mente
agobiada por tanta información, decida cerrar el libro con la idea de retomarlo
y volver a despertar ese mundo que seguirá tal cual soy capaz de recordarlo,
que no cambiará aunque abra otro libro y cambie la historia. A propósito de
esto creo necesario citar la frase, que tan bien le va a esto, «Todo el arte del autor es para obligarme a
crear lo que él revela», Castel nos va contando detalladamente sus
desventuras, sus acciones y nos revela sus pensamientos, nos abre las puertas y
convierte su historia en una obra de arte digna de ser admirada desde la
posición que uno como lector se encuentra. Cabe
destacar que este texto ahonda en la indignación, en la abstracción del ser,
nos sumerge en sus dudas, en sus pecados, nos deja claramente la idea de que lo
que hace es por dar a conocer lo que hizo, por ganar fama, pero no es algo que
quede tan claro, porque siempre está la duda, siempre el autor nos deja
pensativos, ¿será realmente deseo de fama o será que busca alivio?, es
claramente un choque; me motiva la creencia que el autor (el real, Sábato)
quiere provocarnos eso, entonces decido continuar la lectura, seguir por esa
dirección que nos lleva solamente para concluir pensando que todo lo hizo por
un deseo de libertad, sí, la mató, sí, escribió, sí, “escarbó” sus propios
pensamientos, deseos, paranoias, lo hizo
porque finalmente ese deseo innato que
tiene el hombre, ser libre, lo golpeó con tanta fuerza que a modo de
emancipación escribió ese, su relato.
Al final queda la pregunta que me llevó a tomar uno
de mis libros literarios, “¿Por qué
escribir?”, bien, a través de estas líneas he llegado a la conclusión que
uno escribe por un deseo casi inconsciente de deshacerse de sus sentimientos,
de sus defectos, escribe por la necesidad de ser conocido, que alguien le
aplauda tras una extensa lectura, la escritura es como una huella que nosotros,
los escritores, queremos dejar en los corazones y las mentes de quienes logran
llegar hasta nuestras letras, queremos que nos entiendan, que, de alguna
manera, logren ponerse en nuestros zapatos y caminar a la par nuestra. Castel (o Ernesto Sábato), me mostró que
tales palabras son así como las he expresado, ya que él mismo lo dice “Me anima la débil esperanza de que alguna
persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA”, cuando al
principio de la novela explica el por qué escribir justo en ese momento su
historia, por qué confesarse después de ser tan conocido por el asesinato
cometido, podrían haber sido muchas razones, pero él, él eligió esa. Esta es la
razón más potente que nos mueve a escribir, y es esa la respuesta más clara que
logré dilucidar respecto de esa pregunta. Agregando a esta explicación, es necesario
mencionar que existe una necesidad de crear conciencia colectiva que nos
permita reflexionar sobre el mundo que nos rodea, comprendiendo que no existe
la utopía y que esas imperfecciones que tiene el mundo nos llevan a la
necesidad de escribir.
Nos queda entonces esclarecer la
pregunta “¿Para quién escribir?”, en
un principio se puede decir que uno escribe para un «lector universal», pero a
medida que vamos ahondando más en el tema nos damos cuenta que ese lector
responde a ciertas características que se atribuyen tanto a la edad como al
contexto social en el que está rodeado, es decir que abandona la universalidad
mencionada al principio, el escritor actúa como un mediador entre éste y el
mensaje que lleva el texto, siendo diverso. A través de la historia se vio que
los textos iban dirigidos a clases sociales específicas por sus contenidos, por
ejemplo, los escritos de la
Biblia que estaban escritos por clérigos y dirigidos a sus iguales.
Teniendo estas bases nos quedaría
pendiente una última interrogante, quizás la más importante de todo el ensayo;
“¿Qué es la Literatura?”.
Para Sartre la literatura lo es todo, es la conexión con el hombre en
conflicto, con la filosofía, con el mundo. Es posible decir que la literatura
es una forma de interpretar al mundo, es la forma de posicionarnos frente a la
idea que vamos a expresar (el qué escribir) y la manera de hacerlo (el cómo
escribir) ya sea en prosa o en verso y por último contra qué o quienes nos
posicionamos. Debemos tener claro que todo texto, ya sea literario o no cumple
con responder a estas tres preguntas, que son la base de todo.
En conclusión, quedó demostrado que
la necesidad de escritura radica en una necesidad humana de llegar al
reconocimiento de la persona por sobre los demás. Por otro lado, responde a
ciertos entornos que enfatizan los fines de los textos, orientado a un público
específico que responde a características de edad y contexto social; y que
escribir comienza cuando uno es capaz de generar una idea y de expresarla
mediante las palabras, dejando clara la posición de uno en el mundo y sus
creencias, hablamos pues del qué, cómo un contra qué escribir. Tomando a la
literatura como un todo, como el mundo en sí.
Bibliografía:
1. Sartre, Jean Paul, ¿Qué es Literatura?, Buenos Aires, Losada, 1950
2. Sábato, Ernesto, El Túnel, Buenos Aires, Planeta Argentina, 2000
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