Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

martes, 3 de julio de 2012

De túneles y literatura



El sentido no es la suma de las palabras,
sino la totalidad orgánica de las mismas.
Jean Paul Sartre

Romina Pintos
Abstract: Este trabajo pretende exponer algunas reflexiones sobre el libro, que es también un ensayo mayor, “¿Qué es literatura?” de Jean Paul Sartre, comparando algunos extractos de éste con el libro “El Túnel” de Ernesto Sábato a modo de representación de algunas ideas expresadas en el ensayo de Sartre.
            Cuando uno se introduce en el mundo de los libros suele hacerse una pregunta que difícilmente se puede responder (pero que no por eso significa que no tiene respuesta), esa pregunta es «¿Qué es literatura?», interrogante que me llevó a buscar a Sartre, quien escribió un extenso ensayo que lleva por título la misma pregunta antes formulada. Para él la literatura responde a varias preguntas, tales como “¿Qué es escribir?, ¿Por qué se escribe?, ¿Para quién?” y ¿Contra quién se escribe? Para responder a estas preguntas, debemos resumir un poco todo ese mar de palabras que nos llevan siempre a las mismas respuestas.
            Primero cabe responder a la pregunta “¿Qué es escribir?”; cuando hablamos de escritura nos referimos a un proceso de creación  que comienza con el simple hecho de tomar un lápiz y tener la idea que vamos a hacer algo significativo con él, aunque en este sentido cabe destacar que no gobierna la construcción de un significado (esto quiere decir que para un escritor una palabra puede figurar más de una cosa, puede referirse a personas u objetos por igual, por ende queda destrozada la concepción del significado/ significante), más bien se acercaría al proceso de creación sin más ni menos.
            Lo siguiente que nos atañe es responder a esa extensa pregunta que dice: “¿Por qué escribir?”, para responder a esta pregunta me vi en la necesidad de investigar dentro de novelas, así llegué a dos; había pensado en remitirme al libro Rayuela de Cortázar cuando leí la pregunta del libro, y más precisamente cuando me topé con la frase dentro de ese capítulo del libro que dice «Somos nosotros quienes hemos inventado las leyes con las que juzgamos esa obra», ya que el libro en sí nos sugiere cierta libertad y por ende es el escritor sugerente y el lector es quien toma la obra, la hace y deshace, la toma por buena o mala o de calidad dentro de ese aparente desorden bien dispuesto por el autor, pero después pensé en lo complejo que es analizar la obra en su totalidad para dar cuenta efectiva de la frase antes mencionada. Por la misma razón me tomé de otras frases sacadas del mismo capítulo  « […] No puedo revelar y producir a la vez» y también «Mi libertad se convierte en capricho; a medida que establezco relaciones nuevas, me alejo más de la ilusoria objetividad» , estas frases, chocantes, me abrieron la puerta de otro libro «El túnel» de Ernesto Sábato. Éste me enseñó el final al comienzo de la historia como si ya estuviese todo dicho, lo tomó como un hecho, el lector apenas abre el libro y lo empieza a leer se encuentra con toda una historia que asume el escritor (que no es Sábato por cierto, ya que estamos frente a Barthes y la muerte del autor) es sabida por todos, pero que sin embargo empieza a desarmar a medida que uno avanza por ese camino que uno suele llamar “historia”,  nos arrebata los sentidos y se los apropia, nos hace partícipes de la historia sin estar allí, nos conduce a través de las palabras al final de la novela, nos obliga a preguntar ¿Qué es la objetividad o hasta dónde llega?, la respuesta a esa pregunta, que todo buen lector se hace al momento de leer una obra, me la dio la frase de Sartre, “ilusoria objetividad”, podría decir que nada es lo que parece hasta que se cuenta, desde el momento que uno abre el libro y se encuentra con la primera frase «…en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío» la cual nos revela mucho, pero al mismo nada, nos abre la ventana para que inspeccionemos ese mundo en el cual nos aventuraremos, entonces recuerdo la frase «La lectura es creación dirigida», tiene sentido si recapacitamos sobre ella,  Juan Pablo Castel (el que relata o escribe la historia) nos lleva hacia la verdad de sus acciones, nos obliga a ir por el mismo sendero por el que él caminó, nos introduce en sus mañas, en sus defectos, en sus obsesiones, en resumida, nos dirige. Podría decir que las preguntas éticas dentro del texto me incluyen, soy parte de su relato, me lo está contando a mí, solo a mí, es así como logro recrear el mundo de este pintor, es de esa manera como logro caminar por las mismas calles que él caminó, como logro pensar tal cual él pensó, estoy ahí, mientras tengo el libro en mis manos, mientras lea todo ese mundo está ahí, ordenado y bien adornado para mi deleite; sabiendo que entrará en letargo cuando, mi mente agobiada por tanta información, decida cerrar el libro con la idea de retomarlo y volver a despertar ese mundo que seguirá tal cual soy capaz de recordarlo, que no cambiará aunque abra otro libro y cambie la historia. A propósito de esto creo necesario citar la frase, que tan bien le va a esto, «Todo el arte del autor es para obligarme a crear lo que él revela», Castel nos va contando detalladamente sus desventuras, sus acciones y nos revela sus pensamientos, nos abre las puertas y convierte su historia en una obra de arte digna de ser admirada desde la posición que uno como lector se encuentra.     Cabe destacar que este texto ahonda en la indignación, en la abstracción del ser, nos sumerge en sus dudas, en sus pecados, nos deja claramente la idea de que lo que hace es por dar a conocer lo que hizo, por ganar fama, pero no es algo que quede tan claro, porque siempre está la duda, siempre el autor nos deja pensativos, ¿será realmente deseo de fama o será que busca alivio?, es claramente un choque; me motiva la creencia que el autor (el real, Sábato) quiere provocarnos eso, entonces decido continuar la lectura, seguir por esa dirección que nos lleva solamente para concluir pensando que todo lo hizo por un deseo de libertad, sí, la mató, sí, escribió, sí, “escarbó” sus propios pensamientos, deseos, paranoias,  lo hizo porque finalmente  ese deseo innato que tiene el hombre, ser libre, lo golpeó con tanta fuerza que a modo de emancipación escribió ese, su relato.
Al final queda la pregunta que me llevó a tomar uno de mis libros literarios, “¿Por qué escribir?”, bien, a través de estas líneas he llegado a la conclusión que uno escribe por un deseo casi inconsciente de deshacerse de sus sentimientos, de sus defectos, escribe por la necesidad de ser conocido, que alguien le aplauda tras una extensa lectura, la escritura es como una huella que nosotros, los escritores, queremos dejar en los corazones y las mentes de quienes logran llegar hasta nuestras letras, queremos que nos entiendan, que, de alguna manera, logren ponerse en nuestros zapatos y caminar a la par nuestra.  Castel (o Ernesto Sábato), me mostró que tales palabras son así como las he expresado, ya que él mismo lo dice “Me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA”, cuando al principio de la novela explica el por qué escribir justo en ese momento su historia, por qué confesarse después de ser tan conocido por el asesinato cometido, podrían haber sido muchas razones, pero él, él eligió esa. Esta es la razón más potente que nos mueve a escribir, y es esa la respuesta más clara que logré dilucidar respecto de esa pregunta.  Agregando a esta explicación, es necesario mencionar que existe una necesidad de crear conciencia colectiva que nos permita reflexionar sobre el mundo que nos rodea, comprendiendo que no existe la utopía y que esas imperfecciones que tiene el mundo nos llevan a la necesidad de escribir.
            Nos queda entonces esclarecer la pregunta “¿Para quién escribir?”, en un principio se puede decir que uno escribe para un «lector universal», pero a medida que vamos ahondando más en el tema nos damos cuenta que ese lector responde a ciertas características que se atribuyen tanto a la edad como al contexto social en el que está rodeado, es decir que abandona la universalidad mencionada al principio, el escritor actúa como un mediador entre éste y el mensaje que lleva el texto, siendo diverso. A través de la historia se vio que los textos iban dirigidos a clases sociales específicas por sus contenidos, por ejemplo, los escritos de la Biblia que estaban escritos por clérigos y dirigidos a sus iguales.
            Teniendo estas bases nos quedaría pendiente una última interrogante, quizás la más importante de todo el ensayo; “¿Qué es la Literatura?”. Para Sartre la literatura lo es todo, es la conexión con el hombre en conflicto, con la filosofía, con el mundo. Es posible decir que la literatura es una forma de interpretar al mundo, es la forma de posicionarnos frente a la idea que vamos a expresar (el qué escribir) y la manera de hacerlo (el cómo escribir) ya sea en prosa o en verso y por último contra qué o quienes nos posicionamos. Debemos tener claro que todo texto, ya sea literario o no cumple con responder a estas tres preguntas, que son la base de todo.
            En conclusión, quedó demostrado que la necesidad de escritura radica en una necesidad humana de llegar al reconocimiento de la persona por sobre los demás. Por otro lado, responde a ciertos entornos que enfatizan los fines de los textos, orientado a un público específico que responde a características de edad y contexto social; y que escribir comienza cuando uno es capaz de generar una idea y de expresarla mediante las palabras, dejando clara la posición de uno en el mundo y sus creencias, hablamos pues del qué, cómo un contra qué escribir. Tomando a la literatura como un todo, como el mundo en sí.


Bibliografía:
1. Sartre, Jean Paul, ¿Qué es Literatura?, Buenos Aires, Losada, 1950 
2. Sábato, Ernesto, El Túnel, Buenos Aires, Planeta Argentina, 2000

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