El pabellón de las bellas durmientes
(Nemurero
Bijo) fue escrito por Yasunari Kawabata en el año 1961 en Japón, al final de la
era Showa, ese periodo se caracterizó por las protestas de los trabajadores, al
mismo tiempo que el presidente Eisenhouer y Japón firmaban el tratado de
seguridad nacional y se planificaba un viaje al país del presidente
estadounidense (visita que por las constantes protestas antes mencionadas no se
concretó). La obra fue traducida por primera vez en el año 1978 por Pilar
Girarlt Gorina en la colección “La Casa de las Bellas durmientes y otras
historias”.
Kawabata
nació en la región de Osaka, Japón, en una familia de status acomodado el 11 de
Junio de 1899. Su vida estuvo marcada por la presencia de la muerte, pues su
padre murió de tuberculosis cuando él tenía dos años y al año siguiente su
madre también. A la edad de siete años su abuela fallece, poco tiempo más tarde
su hermana abandona el mundo terrenal y nueve año más tarde (en 1915) su abuelo
igualmente. Estos hecho fueron los que marcaron la personalidad de Kawabata,
solitario y melancólico. En 1920 inicia su carrera de Literatura inglesa en la
universidad de Tokio, carrera que abandonó para ingresar a Literatura japonesa.
Durante este periodo él conoce al escritor y además editor de la revista Bungei
Shunju, Kikuchi Kan, en la cual aportó con algunos de sus trabajos, al mismo
tiempo que escribe para el periódico de la universidad, llamado “Shinshicho”.
Termina sus estudios en el año 1924 y funda con otros jóvenes la revista “Bungei-Jidai”,
ésta reunió a un grupo de escritores conocidos como neo sensacionalistas,
interesados por el lirismo y el impresionismo, procurando enaltecer la
percepción de las sensaciones en el lenguaje narrativo, en oposición al
realismo social imperante en la época.
Posterior a esto, él desarrollaría un estilo propio que iría perfeccionando a
lo largo de los años, como se observará en su primera novela “Diario íntimo de
mi decimosexto cumpleaños”, en 1925. Un año más tarde ve la luz en las páginas
de su revista el relato corto “Itzu No Odoriko” (La bailarina de Itzu), donde
hace referencias autobiográficas que recuerdan un amor de su juventud; con este
último él fue descrito como uno de los mejores escritores del siglo XX. Entre
los años de 1948 a 1965 se desempeñó como director del Pen club de Japón
(sociedad internacional de escritores japoneses). En 1953 se convierte en
miembro de la Academia de las Artes de Japón y en 1959 recibe la medalla Goethe
en Frankfurt. Kawabata fue el primer escritor japonés en ganar el premio Nobel
de Literatura en 1968, durante la ceremonia leyó un discurso titulado “Del
hermoso Japón, su yo”. En abril de 1972, consumido por el Parkinson, se quita
la vida.
La
primera parte de la novela (que es la que tomaremos) cuenta las experiencias de
Eguchi, un anciano viudo que es invitado a visitar una casa muy especial, en
ella duermen, bajo la influencia de narcóticos, hermosas jóvenes que son vistas
y tocadas por octogenarios que pagan por dormir con ellas con la condición de
no ultrajarlas sexualmente y que no se repitan las muchachas. Así Eguchi se
aventura a dormir con diferentes jóvenes que le provocan una añoranza de sus
años de juventud a través de sus hedores, texturas y colores. La historia se
centra en los recuerdos que evoca el anciano al dormir con estas mujeres. Así
el presente trabajo pretende hacer
una relectura comprensiva a partir de las teorías del sujeto, y de qué manera se interpretan a
lo largo de todo el libro. Sobre las posturas del protagonista con respecto de
su propia persona y lo que la sociedad le propone ser (en relación de su estado
fisiológico), para intentar comprender la psicología del ser humano inserto en la
sociedad oriental, cultura que se diferencia de la occidental. Procuraremos
dilucidar comportamientos concretos y
trascendentes del personaje ficcional, así como también la relación de
la vida, el erotismo, el amor con la muerte y la mente (Eros, tanatos y Psique).
El libro El
pabellón de las bellas durmientes presenta un constante planteamiento sobre
la vida y el amor a través de los recuerdos y la conciencia del paso del tiempo,
así como también la juventud contrastada con la senilidad propia de Eguchi,
personaje principal del libro; junto con la de otros hombres que cumplen con
una situación similar, fácilmente apreciable, teniendo en cuenta que a lo largo
de todo el relato se cuenta que hombres ya en el ocaso de sus vidas asisten a
la posada donde hermosas vírgenes duermen narcotizadas, con el afán de sentir
esa jovialidad y así replantearse su propia existencia mediante un cuerpo
joven. Pero he aquí la pregunta: ¿será que todos los ancianos eran realmente
seniles? Tal vez, al igual que Eguchi, eran de esos que no creían en su propia
decadencia, quizás porque no aceptaban la etiqueta que la propia sociedad les
impuso, esa que decía “Ya no soy hombre, hoy soy anciano”. Lo único que ha
quedado claro es que hubo quienes no tuvieron más remedio que aceptar su
ancianidad y limitarse a sentir el cuerpo joven de una virgen, he aquí donde
podemos apreciar al Thanatos y en cierta forma a Psique,
recordando que el mito cuenta que esta última tenía prohibido ver a su amante,
estas muchachas aletargadas no veían a sus acompañantes, ellas dormían
profundamente en compañía inimaginable, soñolientas junto esa oscuridad
proveniente de la muerte más próxima, podríamos decir que el libro juega un
poco con los mitos, si nos ponemos a pensar que es Eros (Cupido) quien duerme
con Psique, ahora vemos al Thanatos junto a ella. Es cuando podemos hablar sobre la rebeldía de
Eguchi, ese deseo de seguir viviendo, de aferrarse a la vida, y de romper con
toda regla puesta por terceros (en este caso la casera), igual que Psique,
aquel deseo de comprobar hasta dónde podría llegar, creyéndose con el poder
suficiente para quebrantar las tajantes reglas, siempre renegando su verdad y
su impotencia. Es entonces donde podemos
mencionar que el hombre actúa como su propio objeto de estudio, cualidad que
plantea Michel Foucault en su tesis filosófica, en un análisis de los
fundamentos de la misma noción de humanidad y de la consideración de éste como
un punto de partida de todo conocimiento sobre sí mismo y sobre el mundo que lo
rodea.
Es necesario delimitar el hecho de que el
mismo Eguchi comienza a experimentar con estas hermosas «flores aletargadas»,
comprobando sensaciones y enalteciendo las suyas propias, las cuales lo llevan
a tiempos remotos de su propia vida, siempre relacionados con el amor, aquí es
posible relacionar sus recuerdos con el Eros,
podríamos aseverar que sus
relaciones son representación de dicho dios.
Es normal pensar que olores y sensaciones son
capaces de llevarnos a lugares y tiempos lejanos de nuestra propia existencia,
los que creímos olvidados, suele ocurrir, y esto mismo le aconteció a este
hombre que oscilaba entre la sabiduría propia de la vejez y la obstinación por
no querer perder el júbilo de su juventud, navegando así en las vivencias más
sutiles y extremas, siempre relacionadas con personas del sexo opuesto, que
incluían la violación de su hija, y una promesa fallida de suicidio por amor, que
terminó en un adiós.
Según lo plantea Lacan en su teoría
del «Otro», el “yo” está constituido dentro
del campo del otro, es decir, gracias al vínculo o relación social que tiene,
intervienen situaciones como el autoengaño, además que ese "otro"
debe ser algo significativo para el sujeto y a partir de esto se configura el
ideal del sujeto, hablamos del prójimo, no obstante al crear ese ideal el ser
humano está cayendo en una falacia, pues ese Otro no podrá satisfacerlo en todo,
con respecto a eso rememoramos a una mujer de mediana edad (mujer de sociedad)
que Eguchi conoció en sus días de juventud: “Antes de dormirme cierro los ojos
y cuento los hombres por quienes no me importaría ser besada. Los cuento con
los dedos. Es muy agradable. Pero me entristece no poder pensar en más de
diez.”; podríamos aseverar que esto tiene estrecha relación con la teoría antes
mencionada pues ha de suponerse que
todos aquellos tenían algún lazo con la mujer, sino temporal a largo
plazo, y esta pequeña confesión podría plantearse como la necesidad de ser
aceptada por el otro mediante la importancia que ella misma se da, o quizás la
falta de ella y la de ser besada por esos que no podían superar la cantidad de
dedos en sus manos, hablamos entonces de la necesidad de encontrar ese ideal
antes mencionado mediante otro sujeto; finalizando su diálogo con una
afirmación tan simple y efímera como : “No hago más que contarlos…”. Esto deja
en manifiesto que la necesidad de la persona radica en hechos, y que mientras
los recuerde no hace nada más que eso,
contarlos, creándose a sí misma como objeto ideal de otros que pasaron
por sus labios o que no sentiría repudio en absoluto si ocurriese, esta mujer
creó en sí misma un sentimiento egocéntrico a partir del deseo de los otros
hombres y esto podemos aseverar que es un gran error del ser humano. De hecho,
según Lacan "El deseo es el deseo del otro", con lo antes mencionado
queda en manifiesto que esa mujer sigue esa frase con mucho ahínco, su
comentario así lo deja claro.
Pero todo eso no es más que
recuerdos que Eguchi no podrá revivir más que en su mente, con sus palabras, se
da cuenta que al final es un anciano repitiendo su edad y auto convenciéndose
que no era como los demás que visitaban la posada.
Podría creerse además que el hecho
de tener a vírgenes durmiendo, viéndolo desde un punto de vista más profundo,
es una analogía de la vida, la belleza y la misma muerte que evoca la muchacha dormida,
que es ese mismo sentimiento de satisfacción y miedo el que se desea transmitir
a los ancianos que duermen con ellas. Suena lógico pensar eso tomando en cuenta
la forma en la que se desarrollan los acontecimientos. Siguiendo con ese
pensamiento se podría tomar como la
dicotomía entre la vida y la muerte, representada por la quietud y belleza que
difería en una u otra joven, y por otra
parte los ancianos como representación del fin, como el Thanatos con la
frustración y los miedos, recuerdos y olvidos cargados sobre sus hombros a la
espera de un término próximo de la existencia, ojalá en felices situaciones,
sintiendo el calor de la vida hasta el último suspiro, como le hubo ocurrido a
uno de los clientes del lugar. Pero así como se puede pensar en las dormidas
como la vida sumida en calma y quietud, también podríamos creer que ellas
representan la misma muerte, la hermosura que traería consigo, y la virginidad
como vulnerabilidad, como incertidumbre del mundo del Hades. Esto viene a la mente al recordar el
comentario hecho por una de las tantas mujeres que conoció Eguchi tres años
antes, quien provenía de un club nocturno, ella dijo tras pasar la última noche
junto a él: “He dormido como si estuviera muerta. He dormido exactamente como
si estuviera muerta”.
En la historia se asevera que las
mujeres evocan un sentimiento melancólico y solitario que deja en evidencia los
años transcurridos para cada uno de los hombres que acuden. Todo se trata de
experiencias que oscilan entre lo extremo y lo recatado, visto esto desde el
punto de vista práctico tal como lo menciona Martin Jay: la experiencia puede implicar
conocimiento empírico y experimentación; puede sugerir lo que nos sucede cuando
somos pasivos y lo que obtenemos cuando integramos esos estímulos en el
conocimiento acumulado que nos ha dado el pasado […], al mismo tiempo puede
connotar una interrupción dramática en el curso normal de nuestras vidas,
cuando sucede algo más vital, algo
más intenso (quiere decir con más carga emotiva), no mediado…”
Es
esta misma razón es la que lleva a Eguchi a La
casa de las bellas durmientes, su deseo de experimentación y nuevas
aventuras, así como también la búsqueda (inconsciente) de la paz interior que
no tenía. El símbolo de las «bellas» vírgenes dormidas tendría tal vez relación
con el bien y la paz sumergida en los corazones de los seres humanos, y al
acostarse hombres seniles con ellas significa el encuentro con estos atributos,
la mezcla del Eros con el Thanatos; el mismo Eguchi piensa:
«¿Había algo en la muchacha que calmaba los malos impulsos de un anciano? […].
Eran como un símbolo del bien.», si bien él habla sobre los senos de la
muchacha, se lograría ver como un símbolo que abarca su cuerpo completo y su
condición de inexperta sexual. Y la mujer de la casa, extraña y misteriosa,
sería el golpe que devuelve al senil a la realidad, a la pérdida de la calma,
al cruel presente que los aleja de sus juveniles días mediante un par de golpes
y una taza de té.
A todo esto nace en una pregunta:
¿Qué pasaría cuando la muerte (o Tanatos) se apropia del anciano?, ¿ocurrirá
tal vez lo que el libro cuenta?; remontémonos a las páginas finales donde
nuestros protagonista es noticiado de la muerte de un hombre en la casa; la
vida es rasguñada y malherida por la muerte, por la oscuridad, por aquel que en
sus últimos suspiros quiso llevarse con él la existencia de la virgen, de la
esencia del amor, ¿será eso lo que ocurriría? ¿O se referirá al dolor que causa
una muerte? ¿Y qué pasa cuando la expiración supera la mala vida? Tal como
ocurrió con la muchacha morena, quizá esa muerte tenga relación con aspectos
más o menos existencialistas por la descripción que se le da a la joven,
gruesa, hedionda, húmeda ¿Será que el autor toma a la muerte bajo esas
características?
En fin, mucho es lo que se puede
decir, y demasiado lo que se puede interpretar, incluso podríamos tomar esta
historia desde una perspectiva metafórica, pero no lo haremos ahora, solo una
cosa es segura de todo lo que hemos dicho ya, y es que este libro es un gran
aporte psicológico, filosófico y hasta mitológico que deja mucho a la
imaginación y a la creatividad del que decida tomar esta magnífica novela. Así
pues, desde la perspectiva presentada se
ha logrado vislumbrar tal vez una de las tantas visiones que se le podría
atribuir a El pabellón de las bellas
durmientes, sin dejar de lado la posibilidad de adquirir otras teorías que
pudieran dilucidar lo que hay en las entrañas de la obra .
Weblografía
·
Encarta
2000, Historia de Japón. Disponible en:
http://www.nihongostudy.com/cultura/historia/historia.php#showa
03/Julio/2012.
·
Jay, Martin, La crisis de la experiencia post-subjetiva; Centro cultural palacio La Moneda. Disponible
en: http://es.scribd.com/doc/55146570/La-Crisis-de-La-Experiencia-en-La-Era-Post-Subjetiva-Martin-Jay
05 de Julio 2012.
·
Foucault,
Michel, Tesis, teoría del sujeto;
Universidad autónoma metropolitana,
(2001). Disponible en: http://148.206.53.231/UAM3242.PDF, 5 de Julio
2012.
Foucault, Michel; tesis: teoría del Sujeto en
Foucault, Universidad
autónoma metropolitana, División de Ciencias Sociales y Humanidades,
Departamento de Filosofía, Itzapalapa, 2001, p.3 a 11 disponible en: http://148.206.53.231/UAM3242.PDF
05 de Julio 2012no
puede ser un número).
Jay, Martin ; La
crisis de la experiencia post-subjetiva, Disponible en : http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Prismas/06/Prismas06-01.pdf
, 3 de julio de2012.
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