Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

miércoles, 4 de julio de 2012

Eros, Psique y las bellas durmientes


Romina Pintos


             El pabellón de las bellas durmientes (Nemurero Bijo) fue escrito por Yasunari Kawabata en el año 1961 en Japón, al final de la era Showa, ese periodo se caracterizó por las protestas de los trabajadores, al mismo tiempo que el presidente Eisenhouer y Japón firmaban el tratado de seguridad nacional y se planificaba un viaje al país del presidente estadounidense (visita que por las constantes protestas antes mencionadas no se concretó). La obra fue traducida por primera vez en el año 1978 por Pilar Girarlt Gorina en la colección “La Casa de las Bellas durmientes y otras historias”.
            Kawabata nació en la región de Osaka, Japón, en una familia de status acomodado el 11 de Junio de 1899. Su vida estuvo marcada por la presencia de la muerte, pues su padre murió de tuberculosis cuando él tenía dos años y al año siguiente su madre también. A la edad de siete años su abuela fallece, poco tiempo más tarde su hermana abandona el mundo terrenal y nueve año más tarde (en 1915) su abuelo igualmente. Estos hecho fueron los que marcaron la personalidad de Kawabata, solitario y melancólico. En 1920 inicia su carrera de Literatura inglesa en la universidad de Tokio, carrera que abandonó para ingresar a Literatura japonesa. Durante este periodo él conoce al escritor y además editor de la revista Bungei Shunju, Kikuchi Kan, en la cual aportó con algunos de sus trabajos, al mismo tiempo que escribe para el periódico de la universidad, llamado “Shinshicho”. Termina sus estudios en el año 1924 y funda con otros jóvenes la revista “Bungei-Jidai”, ésta reunió a un grupo de escritores conocidos como neo sensacionalistas, interesados por el lirismo y el impresionismo, procurando enaltecer la percepción de las sensaciones en el lenguaje narrativo, en oposición al realismo social imperante en la época[1]. Posterior a esto, él desarrollaría un estilo propio que iría perfeccionando a lo largo de los años, como se observará en su primera novela “Diario íntimo de mi decimosexto cumpleaños”, en 1925. Un año más tarde ve la luz en las páginas de su revista el relato corto “Itzu No Odoriko” (La bailarina de Itzu), donde hace referencias autobiográficas que recuerdan un amor de su juventud; con este último él fue descrito como uno de los mejores escritores del siglo XX. Entre los años de 1948 a 1965 se desempeñó como director del Pen club de Japón (sociedad internacional de escritores japoneses). En 1953 se convierte en miembro de la Academia de las Artes de Japón y en 1959 recibe la medalla Goethe en Frankfurt. Kawabata fue el primer escritor japonés en ganar el premio Nobel de Literatura en 1968, durante la ceremonia leyó un discurso titulado “Del hermoso Japón, su yo”. En abril de 1972, consumido por el Parkinson, se quita la vida.
            La primera parte de la novela (que es la que tomaremos) cuenta las experiencias de Eguchi, un anciano viudo que es invitado a visitar una casa muy especial, en ella duermen, bajo la influencia de narcóticos, hermosas jóvenes que son vistas y tocadas por octogenarios que pagan por dormir con ellas con la condición de no ultrajarlas sexualmente y que no se repitan las muchachas. Así Eguchi se aventura a dormir con diferentes jóvenes que le provocan una añoranza de sus años de juventud a través de sus hedores, texturas y colores. La historia se centra en los recuerdos que evoca el anciano al dormir con estas mujeres. Así el presente trabajo pretende hacer una relectura comprensiva a partir de las teorías del sujeto[2], y de qué manera se interpretan a lo largo de todo el libro. Sobre las posturas del protagonista con respecto de su propia persona y lo que la sociedad le propone ser (en relación de su estado fisiológico), para intentar comprender la psicología del ser humano inserto en la sociedad oriental, cultura que se diferencia de la occidental. Procuraremos dilucidar comportamientos concretos y  trascendentes del personaje ficcional, así como también la relación de la vida, el erotismo, el amor con la muerte y la mente (Eros, tanatos y Psique).
 El libro El pabellón de las bellas durmientes presenta un constante planteamiento sobre la vida y el amor a través de los recuerdos y la conciencia del paso del tiempo, así como también la juventud contrastada con la senilidad propia de Eguchi, personaje principal del libro; junto con la de otros hombres que cumplen con una situación similar, fácilmente apreciable, teniendo en cuenta que a lo largo de todo el relato se cuenta que hombres ya en el ocaso de sus vidas asisten a la posada donde hermosas vírgenes duermen narcotizadas, con el afán de sentir esa jovialidad y así replantearse su propia existencia mediante un cuerpo joven. Pero he aquí la pregunta: ¿será que todos los ancianos eran realmente seniles? Tal vez, al igual que Eguchi, eran de esos que no creían en su propia decadencia, quizás porque no aceptaban la etiqueta que la propia sociedad les impuso, esa que decía “Ya no soy hombre, hoy soy anciano”. Lo único que ha quedado claro es que hubo quienes no tuvieron más remedio que aceptar su ancianidad y limitarse a sentir el cuerpo joven de una virgen, he aquí donde podemos apreciar al Thanatos[3] y en cierta forma a Psique, recordando que el mito cuenta que esta última tenía prohibido ver a su amante, estas muchachas aletargadas no veían a sus acompañantes, ellas dormían profundamente en compañía inimaginable, soñolientas junto esa oscuridad proveniente de la muerte más próxima, podríamos decir que el libro juega un poco con los mitos, si nos ponemos a pensar que es Eros (Cupido) quien duerme con Psique, ahora vemos al Thanatos junto a ella.  Es cuando podemos hablar sobre la rebeldía de Eguchi, ese deseo de seguir viviendo, de aferrarse a la vida, y de romper con toda regla puesta por terceros (en este caso la casera), igual que Psique, aquel deseo de comprobar hasta dónde podría llegar, creyéndose con el poder suficiente para quebrantar las tajantes reglas, siempre renegando su verdad y su impotencia. Es entonces  donde podemos mencionar que el hombre actúa como su propio objeto de estudio, cualidad que plantea Michel Foucault en su tesis filosófica, en un análisis de los fundamentos de la misma noción de humanidad y de la consideración de éste como un punto de partida de todo conocimiento sobre sí mismo y sobre el mundo que lo rodea.
 Es necesario delimitar el hecho de que el mismo Eguchi comienza a experimentar con estas hermosas «flores aletargadas», comprobando sensaciones y enalteciendo las suyas propias, las cuales lo llevan a tiempos remotos de su propia vida, siempre relacionados con el amor, aquí es posible relacionar sus recuerdos con el Eros[4], podríamos aseverar que sus relaciones son representación de dicho dios.
 Es normal pensar que olores y sensaciones son capaces de llevarnos a lugares y tiempos lejanos de nuestra propia existencia, los que creímos olvidados, suele ocurrir, y esto mismo le aconteció a este hombre que oscilaba entre la sabiduría propia de la vejez y la obstinación por no querer perder el júbilo de su juventud, navegando así en las vivencias más sutiles y extremas, siempre relacionadas con personas del sexo opuesto, que incluían la violación de su hija, y una promesa fallida de suicidio por amor, que terminó en un adiós.
Según lo plantea Lacan en su teoría del «Otro»[5], el “yo” está constituido dentro del campo del otro, es decir, gracias al vínculo o relación social que tiene, intervienen situaciones como el autoengaño, además que ese "otro" debe ser algo significativo para el sujeto y a partir de esto se configura el ideal del sujeto, hablamos del prójimo, no obstante al crear ese ideal el ser humano está cayendo en una falacia, pues ese Otro no podrá satisfacerlo en todo, con respecto a eso rememoramos a una mujer de mediana edad (mujer de sociedad) que Eguchi conoció en sus días de juventud: “Antes de dormirme cierro los ojos y cuento los hombres por quienes no me importaría ser besada. Los cuento con los dedos. Es muy agradable. Pero me entristece no poder pensar en más de diez.”; podríamos aseverar que esto tiene estrecha relación con la teoría antes mencionada pues ha de suponerse que  todos aquellos tenían algún lazo con la mujer, sino temporal a largo plazo, y esta pequeña confesión podría plantearse como la necesidad de ser aceptada por el otro mediante la importancia que ella misma se da, o quizás la falta de ella y la de ser besada por esos que no podían superar la cantidad de dedos en sus manos, hablamos entonces de la necesidad de encontrar ese ideal antes mencionado mediante otro sujeto; finalizando su diálogo con una afirmación tan simple y efímera como : “No hago más que contarlos…”. Esto deja en manifiesto que la necesidad de la persona radica en hechos, y que mientras los recuerde no hace nada más que eso,  contarlos, creándose a sí misma como objeto ideal de otros que pasaron por sus labios o que no sentiría repudio en absoluto si ocurriese, esta mujer creó en sí misma un sentimiento egocéntrico a partir del deseo de los otros hombres y esto podemos aseverar que es un gran error del ser humano. De hecho, según Lacan "El deseo es el deseo del otro", con lo antes mencionado queda en manifiesto que esa mujer sigue esa frase con mucho ahínco, su comentario así lo deja claro.
Pero todo eso no es más que recuerdos que Eguchi no podrá revivir más que en su mente, con sus palabras, se da cuenta que al final es un anciano repitiendo su edad y auto convenciéndose que no era como los demás que visitaban la posada.
Podría creerse además que el hecho de tener a vírgenes durmiendo, viéndolo desde un punto de vista más profundo, es una analogía de la vida, la belleza y la misma muerte que evoca la muchacha dormida, que es ese mismo sentimiento de satisfacción y miedo el que se desea transmitir a los ancianos que duermen con ellas. Suena lógico pensar eso tomando en cuenta la forma en la que se desarrollan los acontecimientos. Siguiendo con ese pensamiento  se podría tomar como la dicotomía entre la vida y la muerte, representada por la quietud y belleza que difería en una u otra joven,  y por otra parte los ancianos como representación del fin, como el Thanatos con la frustración y los miedos, recuerdos y olvidos cargados sobre sus hombros a la espera de un término próximo de la existencia, ojalá en felices situaciones, sintiendo el calor de la vida hasta el último suspiro, como le hubo ocurrido a uno de los clientes del lugar. Pero así como se puede pensar en las dormidas como la vida sumida en calma y quietud, también podríamos creer que ellas representan la misma muerte, la hermosura que traería consigo, y la virginidad como vulnerabilidad, como incertidumbre del mundo del  Hades. Esto viene a la mente al recordar el comentario hecho por una de las tantas mujeres que conoció Eguchi tres años antes, quien provenía de un club nocturno, ella dijo tras pasar la última noche junto a él: “He dormido como si estuviera muerta. He dormido exactamente como si estuviera muerta”.
En la historia se asevera que las mujeres evocan un sentimiento melancólico y solitario que deja en evidencia los años transcurridos para cada uno de los hombres que acuden. Todo se trata de experiencias que oscilan entre lo extremo y lo recatado, visto esto desde el punto de vista práctico tal como lo menciona Martin Jay: [6] la experiencia puede implicar conocimiento empírico y experimentación; puede sugerir lo que nos sucede cuando somos pasivos y lo que obtenemos cuando integramos esos estímulos en el conocimiento acumulado que nos ha dado el pasado […], al mismo tiempo puede connotar una interrupción dramática en el curso normal de nuestras vidas, cuando sucede algo más vital, algo más intenso (quiere decir con más carga emotiva), no mediado…”
            Es esta misma razón es la que lleva a Eguchi a La casa de las bellas durmientes, su deseo de experimentación y nuevas aventuras, así como también la búsqueda (inconsciente) de la paz interior que no tenía. El símbolo de las «bellas» vírgenes dormidas tendría tal vez relación con el bien y la paz sumergida en los corazones de los seres humanos, y al acostarse hombres seniles con ellas significa el encuentro con estos atributos, la mezcla del Eros con el Thanatos; el mismo Eguchi piensa: «¿Había algo en la muchacha que calmaba los malos impulsos de un anciano? […]. Eran como un símbolo del bien.», si bien él habla sobre los senos de la muchacha, se lograría ver como un símbolo que abarca su cuerpo completo y su condición de inexperta sexual. Y la mujer de la casa, extraña y misteriosa, sería el golpe que devuelve al senil a la realidad, a la pérdida de la calma, al cruel presente que los aleja de sus juveniles días mediante un par de golpes y una taza de té.

A todo esto nace en una pregunta: ¿Qué pasaría cuando la muerte (o Tanatos) se apropia del anciano?, ¿ocurrirá tal vez lo que el libro cuenta?; remontémonos a las páginas finales donde nuestros protagonista es noticiado de la muerte de un hombre en la casa; la vida es rasguñada y malherida por la muerte, por la oscuridad, por aquel que en sus últimos suspiros quiso llevarse con él la existencia de la virgen, de la esencia del amor, ¿será eso lo que ocurriría? ¿O se referirá al dolor que causa una muerte? ¿Y qué pasa cuando la expiración supera la mala vida? Tal como ocurrió con la muchacha morena, quizá esa muerte tenga relación con aspectos más o menos existencialistas por la descripción que se le da a la joven, gruesa, hedionda, húmeda ¿Será que el autor toma a la muerte bajo esas características?
En fin, mucho es lo que se puede decir, y demasiado lo que se puede interpretar, incluso podríamos tomar esta historia desde una perspectiva metafórica, pero no lo haremos ahora, solo una cosa es segura de todo lo que hemos dicho ya, y es que este libro es un gran aporte psicológico, filosófico y hasta mitológico que deja mucho a la imaginación y a la creatividad del que decida tomar esta magnífica novela. Así pues, desde la perspectiva presentada  se ha logrado vislumbrar tal vez una de las tantas visiones que se le podría atribuir a El pabellón de las bellas durmientes, sin dejar de lado la posibilidad de adquirir otras teorías que pudieran dilucidar lo que hay en las entrañas de la obra .

Weblografía

·         Lacan Jacques, Teoría del sujeto «El otro». Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Lacan, 3 de julio de 2012.
·         Encarta 2000, Historia de Japón. Disponible en:
http://www.nihongostudy.com/cultura/historia/historia.php#showa  03/Julio/2012.
                          
·         Jay, Martin, La crisis de la experiencia post-subjetiva;  Centro cultural palacio La Moneda. Disponible en: http://es.scribd.com/doc/55146570/La-Crisis-de-La-Experiencia-en-La-Era-Post-Subjetiva-Martin-Jay 05 de Julio 2012.
·         Foucault, Michel, Tesis, teoría del sujeto; Universidad autónoma metropolitana,   (2001). Disponible en: http://148.206.53.231/UAM3242.PDF, 5 de Julio 2012.
·         Encarta 2000, Historia de Japón. Disponible en:  http://www.nihongostudy.com/cultura/historia/historia.php#showa, 5 de Julio 2012.
·         Betancor, Orlando  El sueño eterno en La casa de las Bellas durmientes. (2008), Disponible    en:  http://www.ucm.es/info/especulo/numero39/seterno.html, 5 de Julio  de  2012.


[1] Betancor, Orlando  (2008), El sueño eterno en La casa de las Bellas durmientes, falta  editorial, ciudad.  Disponible    en:               http://www.ucm.es/info/especulo/numero39/seterno.html, 5 de Julio de2012
[2]  Foucault, Michel; tesis: teoría del Sujeto en Foucault, Universidad autónoma metropolitana, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Filosofía, Itzapalapa, 2001,  p.3 a 11 disponible en: http://148.206.53.231/UAM3242.PDF 05 de Julio 2012no puede ser un número).
[3] No existe un Mito que hable exactamente del Thanatos, no obstante en la Illiada de Homero y también con Hesiodo podemos dar cuenta de su existencia. Por otro lado, podemos dar cuenta del  mito de Eros y Psique.
[4] Según el mito Eros es el dios del amor. En un principio se consideraba nacido a la par de Gea y del Caos. También se piensa que nació del Huevo Original engendrado por la Noche, cuyas dos mitades al romperse formaron el cielo y la tierra respectivamente.
[5] Lacan, Jacques, Teorías del sujeto. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Otro, 3 de Julio de 2012.
[6]Jay, Martin ; La crisis de la experiencia post-subjetiva, Disponible en : http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Prismas/06/Prismas06-01.pdf ,  3 de julio de2012.

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