Vittorio Valletta
El museo de la memoria, representa el desenlace final de este proceso y
la relación entre País y Memoria. Se
trata de una memoria democrática, que con éxitos y
fracasos, se instala como una institución de Estado. El discurso inaugural de
la presidenta, es una muestra de ello, pues pone énfasis en el dolor como una
experiencia lamentable, pero no como un valor es decir, alguien no es más que
otro por haber sufrido, y pone como eje central la necesidad del construir una
sociedad unida, democrática, capaz de poner ante todo, el valor y el respeto a
los derechos de las personas.
La inauguración de este Museo es una poderosa señal del vigor de un país
unido. Que declara en voz de la presidenta el día de su apertura: “Unión que se
funda en el compromiso compartido de nunca más volver a sufrir una tragedia
como la que en este lugar siempre recordaremos, tragedia que desde el primer
día sumó la negación y el ocultamiento al dolor del cautiverio o la muerte.”[i]
“Los derechos humanos deben y pueden ser respetados en cualquier
circunstancia”. Y justamente en eso reside su universalidad. Lo que sí hizo la
crisis fue socavar las bases de convivencia que necesita una sociedad
democrática. Y en ese contexto, en esa debilidad, el odio injustificado pudo
imponerse. En eso, justamente, está el
aprendizaje que hemos hecho como país. Y
por eso la necesidad de este Museo, porque el recuerdo de los ausentes que con
esta obra aquí renacen, nos dice que es esencial preservar nuestra unidad y
nuestra convivencia.
El museo de la memoria realmente invita a toda una sociedad a asumir su
experiencia histórica, a mirarse a si mismos veinte años después del fin de la
dictadura, para ofrecernos imágenes, relatos, documentos, y sonidos de una
época realmente lamentable y vergonzosa para nuestra historia. Invita a
realizar un recorrido atento y reflexivo, no únicamente desde el punto de vista
de la responsabilidad de quienes pensaron y practicaron el Terrorismo de
Estado, sino también de los civiles que colaboraron, de los que miraron hacia
otro lado, de los que gozaron la bonanza económica, entre tantos otros,
mientras miles de seres humanos eran cruelmente asesinados, torturados,
recluidos, exiliados y mientras tantas familias y comunidades se desmoronaron
entre tanto miedo y horror.
Es importante pensar el museo de la memoria más allá de un “relato del
pasado”. Se trata también de mirarnos nosotros en ese relato y visualizar los
desafíos que nos ofrece el presente para trabajar por el desarrollo de nuestra
sociedad, para el fortalecimiento de nuestra democracia, para disminuir las
desigualdades entre las personas y para construir nuevos proyectos sociales,
con la convicción ciudadana y democrática de poder transformar la realidad sin
violencia y sin miedo. Sería un verdadero logro del museo de la Memoria y los
Derechos Humanos, pero sobre todo un necesario y genuino triunfo de la memoria,
de la democracia y de la ciudadanía contra el olvido, contra el miedo y contra
el terror.
[i] Discurso inaugural Museo de la Memoria, Michelle Bachelet.
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