Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

jueves, 21 de junio de 2012


Maira Jaramillo

Un viaje sin derecho


Comienzas un viaje, creyendo tener el derecho de hacerlo, pero no sabes dónde, ni por qué razón, ni con quien ir, simplemente tienes claro que lo comienzas. Al saber que viajarás, también sabes que no habrá regreso alguno, que si pisas, no podrás volver a pisar igual, ni comparado. Que cada vivencia será distintita a la anterior y que nada volverá a suceder dos veces.
El viaje comienza y tu mente se abre, comienza a viajar contigo. Y descubres lugares donde viajar, de a poco te das cuenta de las razones del viaje, y a su vez las personas empiezan a sumarse. Entonces ahí hayas, el dónde, el por qué, y el con quién. Ahora sin interrogantes, sigues viajando, pareciera que tomas tu propio impulso, y que nada te detendrá, que desde ahora ya no pararás. Pero, aparece un factor con el que no contabas, una persona o un suceso que te corta esas alas, que te dice que tú no puedes estar en ese lugar, que no tienes derecho a pisar esa tierra, que no puedes comer de aquel fruto, que no tienes derecho a viajar, ni siquiera a soñar con hacerlo, ni tampoco tienes derecho a estar con aquellas personas, ni hablar con ellas, ni comunicarte siquiera con ellas. Te dicen que tus manos tienen esa respuesta del por qué no puedes. Y te sientes pequeño dentro de tan gigante horror. Te preguntas ¿por qué yo no?, pero nadie te responde, solo te dicen que no tienes derecho y con eso basta. Bajas los brazos, casi obligado, con un desgarro en tu alma, y empiezas a sumergirte en el miedo y la superioridad de aquellos te aplasta. Cada día que pasa, te sientes más apartado, eres como un bicho raro en la multitud y eso, eso te duele, te duele mucho. Solo miras tus manos tan oscuras como siempre, no encuentras razón. Sin darte cuenta te comienza a matar lentamente, lo único que deseas es recuperar tu libertad, que viajes sin que nadie te diga que no, que hables con quien quieras sin que te digan que no. Pero entonces analizas y piensas como te prohíben pisar “esa tierra”, sí, esa tierra, la misma que todos pisamos, a caso también ¿te prohibirán respirar el mismo aire?, que imbéciles son aquellos que separan al ser humano del hermano, que pena por aquellos que no saben lo que es la unidad, la igualdad, el amor, la libertad, la vida. Aquellos solo existen, no viven, solo existen.

Recalco existen porque es muy distinto a vivir, cuando vives realmente te das cuenta que todo tiene una fuerza superior, que no hay nadie que se merece pasar hambre, ni mucho menos pasar frío, que por nada del mundo se le puede negar un techo a una persona, un pan, un vaso de agua, que el saludo no se le niega a nadie, que un “¿Cómo estás?, ¡Qué bueno verte hoy!”, puede cambiar tanto a alguien. Que todos quienes habitamos este mundo tenemos derecho a ser felices como queramos, que todos debemos ser hermanos, que todos nacimos para vivir juntos y que nada, pero nada nos puede separar. La gente que solo existe, simplemente hace todo por hacerlo, sin razón, sin motivación, sin ganas “de”, entonces ahí, se encuentra la diferencia con vivir. El que vive de corazón, goza su camino. El que solo existe, anhela de una u otra forma la muerte.

Entonces por ende no permitas nunca que nadie detenga tu viaje. Si quieres algo ¡lucha por ello!, sin rendirte. Que si tienes un sueño, ¡Alcánzalo!, aunque medio mundo te diga que no puedes, si puedes, en serio te lo digo. Mira tus manos y di, “Yo también puedo”. Tienes derecho a saber que tienes derecho. Este no se le puede negar a nadie, pero una cosa importante, haz lo que quieras siempre y cuando no dañes al de al lado. Cuando todos están bien, pues entonces, no hay de qué quejarse.

Hay cosas que siempre quedarán en tu memoria. Y recuerda guardar aquellos viajes que más lecciones te dejaron, que fueron una gran historia en tu vida. Todo lo que se escribe en este mundo, queda en una memoria más que histórica. Tu viaje es un granito de arena. Basta de aquellos que impiden, que nos impiden volar alto, que nos botan al suelo sin darnos una mano, que nos miran desde lo alto riéndose a carcajadas. Basta de los malos tratos y del abuso de poder. Igualdad es lo que quieres, igualdad te daré. Igualdad quiero yo, dame tú mismo igualdad. Rememos juntos hacia un mismo mar. Ese mar limpio que sé que existe. Donde sin duda podremos seguir navegando sin problemas y donde tu mano negra será hermana de mi mano blanca. 

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