Maira Jaramillo
Un viaje sin derecho
Comienzas un viaje, creyendo tener el derecho de
hacerlo, pero no sabes dónde, ni por qué razón, ni con quien ir, simplemente
tienes claro que lo comienzas. Al saber que viajarás, también sabes que no
habrá regreso alguno, que si pisas, no podrás volver a pisar igual, ni
comparado. Que cada vivencia será distintita a la anterior y que nada volverá a
suceder dos veces.
El viaje comienza y tu mente se abre, comienza a
viajar contigo. Y descubres lugares donde viajar, de a poco te das cuenta de
las razones del viaje, y a su vez las personas empiezan a sumarse. Entonces ahí
hayas, el dónde, el por qué, y el con quién. Ahora sin interrogantes, sigues
viajando, pareciera que tomas tu propio impulso, y que nada te detendrá, que
desde ahora ya no pararás. Pero, aparece un factor con el que no contabas, una
persona o un suceso que te corta esas alas, que te dice que tú no puedes estar
en ese lugar, que no tienes derecho a pisar esa tierra, que no puedes comer de
aquel fruto, que no tienes derecho a viajar, ni siquiera a soñar con hacerlo,
ni tampoco tienes derecho a estar con aquellas personas, ni hablar con ellas,
ni comunicarte siquiera con ellas. Te dicen que tus manos tienen esa respuesta
del por qué no puedes. Y te sientes pequeño dentro de tan gigante horror. Te
preguntas ¿por qué yo no?, pero nadie te responde, solo te dicen que no tienes
derecho y con eso basta. Bajas los brazos, casi obligado, con un desgarro en tu
alma, y empiezas a sumergirte en el miedo y la superioridad de aquellos te
aplasta. Cada día que pasa, te sientes más apartado, eres como un bicho raro en
la multitud y eso, eso te duele, te duele mucho. Solo miras tus manos tan
oscuras como siempre, no encuentras razón. Sin darte cuenta te comienza a matar
lentamente, lo único que deseas es recuperar tu libertad, que viajes sin que
nadie te diga que no, que hables con quien quieras sin que te digan que no.
Pero entonces analizas y piensas como te prohíben pisar “esa tierra”, sí, esa
tierra, la misma que todos pisamos, a caso también ¿te prohibirán respirar el
mismo aire?, que imbéciles son aquellos que separan al ser humano del hermano,
que pena por aquellos que no saben lo que es la unidad, la igualdad, el amor,
la libertad, la vida. Aquellos solo existen, no viven, solo existen.
Recalco existen porque es muy distinto a vivir, cuando
vives realmente te das cuenta que todo tiene una fuerza superior, que no hay
nadie que se merece pasar hambre, ni mucho menos pasar frío, que por nada del
mundo se le puede negar un techo a una persona, un pan, un vaso de agua, que el
saludo no se le niega a nadie, que un “¿Cómo estás?, ¡Qué bueno verte hoy!”,
puede cambiar tanto a alguien. Que todos quienes habitamos este mundo tenemos
derecho a ser felices como queramos, que todos debemos ser hermanos, que todos
nacimos para vivir juntos y que nada, pero nada nos puede separar. La gente que
solo existe, simplemente hace todo por hacerlo, sin razón, sin motivación, sin
ganas “de”, entonces ahí, se encuentra la diferencia con vivir. El que vive de
corazón, goza su camino. El que solo existe, anhela de una u otra forma la
muerte.
Entonces por ende no permitas nunca que nadie detenga
tu viaje. Si quieres algo ¡lucha por ello!, sin rendirte. Que si tienes un
sueño, ¡Alcánzalo!, aunque medio mundo te diga que no puedes, si puedes, en
serio te lo digo. Mira tus manos y di, “Yo también puedo”. Tienes derecho a
saber que tienes derecho. Este no se le puede negar a nadie, pero una cosa
importante, haz lo que quieras siempre y cuando no dañes al de al lado. Cuando
todos están bien, pues entonces, no hay de qué quejarse.
Hay cosas que siempre quedarán en tu memoria. Y
recuerda guardar aquellos viajes que más lecciones te dejaron, que fueron una
gran historia en tu vida. Todo lo que se escribe en este mundo, queda en una memoria
más que histórica. Tu viaje es un granito de arena. Basta de aquellos que
impiden, que nos impiden volar alto, que nos botan al suelo sin darnos una
mano, que nos miran desde lo alto riéndose a carcajadas. Basta de los malos
tratos y del abuso de poder. Igualdad es lo que quieres, igualdad te daré.
Igualdad quiero yo, dame tú mismo igualdad. Rememos juntos hacia un mismo mar.
Ese mar limpio que sé que existe. Donde sin duda podremos seguir navegando sin
problemas y donde tu mano negra será hermana de mi mano blanca.
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