Signos Bifrontes

Dice Rama, Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redes diferentes y superpuestas: la física que el visitante común recorre hasta perderse en su multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena y la interpreta, aunque solo para aquellos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las calles y un laberinto de los signos. En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- una gramática: "toda ciudad puede parecernos un discurso que articula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocan las gramaticales".



(Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Ed. Siglo XXI, 2003)

martes, 5 de junio de 2012

Un manojo de madera


Katherine Vidal

Naciste emprendiendo un viaje sin destino, sin retorno, solo tenías un objetivo y era vivir sin saber lo que significaba y a quien pertenecerías, y pensaste si sería largo el  viaje. Creciste viendo las estrellas en el cielo, viendo el pasto juntamente con la tierra, dibujaste en las paredes las obras de artes más maravillosas y abstractas, ya que todas tenían un estilo particular, único y original, no existía la copia ya que era imposible volver a repetir lo mismo, la creación e innovación eran parte de ti y sonreías siempre iluminando el rededor. Soñaste con lo inalcanzable y lo fuiste todo, todo lo cumpliste, todo lo creaste  e increíblemente nada era impedimento, no conocías el miedo y el “no puedo”; paso el tiempo y en el transcurso del viaje te diste cuenta que tu madera era similar a las otras y pensaste que ya no eras único y que otros eran mejores que tú y conociste el “no puedo”, llegaste muchas veces pensando que la creación e innovación nunca las tuviste en tu madera y llego el olvido, y dijiste: ¿Cuándo termina el viaje?.
Anduviste lejos en muchos caminos los cuales te hicieron pensar qué clase de madera eras, de clase de tronco vendrías y que tan fuerte eras, y dijiste: ¿Qué vendrá ahora?, mas te sorprendiste al divisar al viejo sauce al cual nunca le  prestaste atención en tus primeros años de andante; viste que era un árbol grande, frondoso y muy particular, era único y original, vivía por largos años y su tronco era grande y ancho, sus raíces eran enormes y pensaste en tu familia y te preguntaste: ¿Por qué estoy tan lejos de ellos?, te levantaste y miraste el cielo, divisaste una vez más aquellas estrellas que hace tiempo ya no mirabas, pensaste que al pasar el tiempo jamás respondiste los mensajes de tu familia ni las cartas que enviaron, subiste a tu cuarto y comenzaste a escribir y comenzaste diciendo:
Querido viejo sauce, he querido decirte tantas cosas y pedirte muchas otras más hoy he comprendido que todos nosotros formamos un manojo de madera que no podrá romperse, que jamás será igual al otro, aunque lo parezca a primeras apariencias no somos iguales, formamos un gran manojo que en su antigüedad formo parte de un tronco más grande, quizás un sauce o tal vez un roble o porque no decirlo de una madera nunca conocida, pero fue necesario que esta vara saliera del manojo buscando nuevos horizontes y con ganas de crear un nuevo manojo que acompañe al que ustedes han creado; es por ello que hoy más que nunca deseo ver la madera de la cual crecí y nací… llevaré con migo mi propio manojo que comenzó siendo una pequeña vara en este mundo lleno de maderas.       
                        Se despide  con amor. 
                                   Tu pequeña varilla.

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